24 junio, 2025

Jorge Newbery, Alberdi, Gran Buenos Aires, El Plata, Oliden, los cines del barrio

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En la década del 50 Mataderos llegó a tener 5 cines. El primero, que data de 1918, estaba en lo que es el casco histórico del barrio, tres en el entonces pujante centro local vinculado a la Av. Juan Bautista Alberdi y el otro sobre Avenida del Trabajo (hoy Eva Perón), segundo foco comercial barrial. En 2020 sólo queda en pie el edificio de cine El Plata, defendido tenazmente por la comunidad barrial.

¿Qué pasó? La competencia de la salas de cine con la televisión primero y luego con el sinnúmero de nuevos medios de comunicación y redes sociales después, la pérdida de vitalidad de la vida barrial y de los centros locales, el cambio en las estrategias de las distribuidoras que las llevó a concentrarse en ubicaciones más céntricas. Cambios en la producción y la comercialización de espectáculos, cambios en las costumbres y los gustos, cambios en las formas de producir y consumir cultura.

Todo esto y seguramente algo más. Sin embargo la comunidad de Mataderos continúa luchando para mantener viva o, mejor dicho, resucitar la única sala que queda en pie. Para recordar, o más bien para recrear ese aspecto de su identidad cultural.

En 1918 se inaugura el Cine Jorge Newbery, primero de la zona, en Tellier 2353. Cuenta Ofelio Vecchio que en había en su hall “un cartel que decía “Prohibido entrar sin zapatos”, por los mucangueros, que solían andar descalzos y con sus pies engrasados. El Cine cambiará de nombre, y será Nueva Chicago; pero para el vecindario será simplemente La Piojera”. Existirá por espacio de cuarenta y tres años, hasta 1961.

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El segundo cine del barrio se inaugura en 1925, sobre la Av. Juan Bautista Alberdi, con el nombre de Cine Teatro Alberdi. Era propiedad de Pedro Accame, y se hizo popular por las presentaciones de artistas famosos, pues era, además, teatro y lugar de espectáculos. Se dice que actuaron Gardel, Magaldi, Corsini, Charlo, Libertad Lamarque, Tita Merello, Rosita Quiroga, Hugo del Carril, entre otros.

En el barrio se recuerda, por su gravedad, un accidente ocurrido en 1944. Frente al número 6162 de Juan B. Alberdi volcó un colectivo y se incendió. Pertenecía a la línea 49, y según se dijo, fue por esquivar unas tablas colocadas frente al Cine Alberdi, que estaba siendo refaccionado. El saldo, doloroso: diez muertos y once heridos.

Además de espacio de espectáculos fue lugar de encuentro de vecinos y trabajadores. En 1948, se realizó allí una asamblea de los obreros del Frigorífico, para tratar asuntos gremiales referidos a un pedido de mejoras en los sueldos. El conflicto desencadenó una huelga, que fue reprimida por la policía con agentes a caballo que arremetían contra los trabajadores. Durante estos acontecimientos fue atropellado el padre Revoredo, conocido como el Cura Gaucho de Mataderos.

El Cine El Plata, ubicado en la Av. Alberdi al 5751/53/55, comenzó a funcionar en 1945, en un edificio de estilo racionalista, con características similares a los cines de la calle Lavalle, por lo que se lo llamó “el Gran Rex de Mataderos”. Su sala tenía capacidad para 1.500 espectadores, 800 en la platea, y el resto entre pullman y superpullman. Estrenaba las películas en simultáneo con los cines del centro.

Funcionó hasta 1987. En ese año, la propiedad fue vendida a “Fontana Hermanos” (una casa de electrodomésticos) y, hasta los primeros años del 2000, fue utilizado como depósito.

En 1954 se inauguró el Cine Gran Buenos Aires, en Avenida del Trabajo 5427, donde funcionó durante unos treinta años.

En 1956 comenzó a funcionar el cuarto cine en el Barrio: El Oliden, al 1400 de la calle del mismo nombre. Se decía que pertenecía al padre Revoredo, porque la propiedad era de la Iglesia, pero en realidad lo explotaba la empresa del señor Sapio. Funcionó durante cinco años. Hoy es un espacio comunitario y cultural dependiente de la parroquia de San Vicente De Paul

Los cines de barrio en la memoria de los vecinos

Conversamos con vecinos y vecinas del barrio, intercambiando anécdotas y recuerdos de momentos vividos, cuando, siendo chicos o adolescentes, “íbamos al cine”.

Recordamos haber ido a ver las funciones “continuadas”, llevando comida y bebidas para permanecer varias horas mirando la pantalla.

Los programas se integraban con un mínimo de tres películas, que se proyectaban en las secciones Matinee, Vermouth y Noche. Entre películas se proyectaba el noticiero “Sucesos Argentinos”, de frecuencia semanal, con una duración de cerca de diez minutos. Tenía separadores con textos, música de fondo, y locutores como Carlos D´agostino,Enrique Mancini, Eduardo Rudy y Cacho fontana. La apertura mostraba el nombre del noticiero y en el fondo se veía a un jinete montado en un caballo encabritado y el eslogan: «Primer semanario cinematográfico latinoamericano». Se proyectó en los cines desde 1938 hasta 1972. Su creador fue  Antonio Ángel Díaz, un empresario, dueño de una agencia de publicidad y de la revista Cine Argentino.

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Néstor nos cuenta que en la década del 50 y la del 60 “en el Gran Buenos Aires, los miércoles eran días de damas. Entonces iban las madres y abuelas llevando a sus hijos o nietos. Yo iba con mis dos abuelas, Ángela e Ignacia. Me llevaban a ver las películas de Joselito, del Cisco Kid. Daban tres películas continuadas y en el intervalo, el número vivo. El número vivo era gente, casi siempre del barrio, que actuaba para hacer tiempo mientras cambiaban el rollo de la película. Había un señor que llevaba los rollos de película de un cine a otro, que casi siempre viajaba en moto. Entonces para hacer tiempo a que hagan el cambio en diferentes cines, se presentaba el número vivo. Y entre película o en el intervalo pasaba el vendedor de helados, garrapiñadas y turrones, y decía “Chocolate, bombón helado”. Ya más grandes íbamos a repartir volantes para entrar gratis”.

“El chocolatinero se desplazaba con la bandeja al cuello entre los asientos” – agrega Graciela– Lo primero que me viene a la memoria es el bombón helado, el rectángulo sin palito, envuelto en papel metalizado. Cuando era muy chiquita salía a la puerta con mi mamá y esperaba un vecino, que dicen que trabajaba en el cine, y corría a su encuentro porque llenaba mis manos con golosinas”.

Son los recuerdos que quedan del barrio. ¡Qué linda época! Entrábamos al cine de día y al salir era de noche” – dice Juan – “Cuando éramos chicos íbamos al California, que estaba en Av. Eva Perón, donde está ahora el COTO (entonces Av. Del Trabajo, entre Homero y White, en Parque Avellaneda). Al California siempre iba menos gente que al Buenos Aires y cuando estábamos en la puerta contando las monedas para entrar, nos campaneaba el dueño y si no alcanzaba, nos daba la plata que faltaba para entrar”.

Por su parte, Mariela nos dice “En mi época, año 1987 o 1988, ya había una sola película. Vi Chatrán, Ico el Caballito Valiente, Trapito. Mi mamá me llevaba sanwiches de milanesa ¡tremendo olor a provenzal dejábamos! Ya más más grandes íbamos al Rivera Indarte solas, en el colectivo 49. ¡Qué responsabilidad!” Claro, cuando empezábamos a crecer, ir al centro o a Flores era casi una aventura.

El cine como lugar de las “rateadas” merece un comentario especial. Juan dice que “el Gran Rivadavia, en Floresta, y el San José de Flores eran para ratearse al cole”. Adriana coincide “Mis rateadas eran al Gran Rivadavia. Allí fui a ver Susan y Jeremy, la Aventura del Poseidón, todas para sufrir”. En cambio para Néstor el lugar para la “rata” era el Gral. San Martín

La recuperación del Cine El Plata

En el año 2004, los vecinos reunieron miles de firmas en un petitorio, presentado a la Legislatura Porteña. Ésta declaró la recuperación del cine de interés cultural e instó al Ejecutivo a comprarlo. Así en 2005 fue adquirido por la Corporación Buenos Aires Sur, para transferirlo al Gobierno de la Ciudad con destino a Centro Cultural con Cine y Teatro.

En 2007 se conformó la Coordinadora Vecinal por el cine El Plata con el objeto de defender el destino cultural para el edificio y promover su puesta en valor. A la fecha, luego de idas y venidas desde el Gobierno de la Ciudad, del inicio y suspensión de obras, la situación es de deterioro y abandono.

En diciembre de 2018 la Legislatura sancionó la Ley 6126 que dispone la puesta en valor del edificio, y su incorporación al Complejo Teatral Ciudad de Buenos Aires, bajo la órbita del Ministerio de Cultura.

En su discurso del 1 de marzo de 2020, el Jefe de Gobierno, señaló la decisión de ponerlo en funcionamiento. La pandemia de COVID-19 ha puesto entre paréntesis, como tantas otras cosas, la realización de estas obras.

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