La decisión del Jefe de Gobierno Porteño de no acatar la decisión del Presidente de la Nación de suspender las clases presenciales en la Ciudad de Buenos Aires ha ocasionado, cuanto menos, confusión en la comunidad.
Aunque algunas agrupaciones y colectivos han hecho presentaciones defendiendo la presencialidad, son numerosos los docentes, padres y alumnos, con menos llegada a los medios de comunicación masiva, que expresan su temor por asistir a clases en un marco de alto crecimiento de contagios, mientras deben enfrentar el temor de perder las vacantes que tanto les ha costado conseguir. Los gremios docentes por su parte han sostenido su medida de fuerza los días lunes y martes, con importante acatamiento de sus afiliados, al menos en nuestra comuna.
Una vez más se han judicializado las decisiones políticas. La situación también es confusa en este aspecto, con la intervención de tribunales en áreas fuera de su competencia, dictámenes contradictorios y la expectativa sobre la palabra final en manos de la Corte Suprema.
Antes de la decisión presidencial, las clases presenciales ya no tenían la continuidad o regularidad necesaria para garantizar el aprendizaje. Las suspensiones de las burbujas por contagios, las inasistencias por causa de síntomas sospechosos o por contacto directo con casos COVID-19, la falta de condiciones sanitarias en las aulas eran y son problemas que la mejor buena voluntad de los docentes no pudieron salvar.
En este contexto, crecen el temor y la incertidumbre. Una madre preocupada nos decía: “Mi hijo menor estuvo todo el fin de semana con tos, mocos y fiebre, los demás estamos todos sin ningún síntoma. Por suerte al jardín no van desde hace doce días. En este momento tienen COVID el marido de la seño del mayor y la mamá de una compañerita del segundo, también docente. Lo cuento por si alguien seguía creyendo que en este momento las escuelas son lugares seguros”.
Muy significativa y preocupante es la descripción de la situación de la Escuela N° 12 Distrito Escolar 20, que con el título de “La presencialidad en números” ha difundido su director, Sergio Oscar Payassián:
- “Tres aulas inhabilitadas por aireación insuficiente.
- Una sala de maestros/as inhabilitada por insalubre.
- Una sala de auxiliares de portería inviable.
- Un salón de música que no puede albergar ni siquiera una burbuja.
- Una sala de informática inutilizable
- Una secretaría y una dirección inviables y utilizadas irresponsablemente por quien suscribe y sus compañeros de conducción porque no hay donde desarrollar la labor.
- Dos aulas prestadas en la Escuela 9 DE 20 para 6° y 7° como consecuencia de la insalubridad de las aulas de la Escuela 12.
- Una biblioteca transformada en el aula de 3° A y 5° B.
- Quince burbujas configuradas según lazos familiares y utilización del micro escolar del GCBA.
- Veinticuatro alertas por COVID-19 y/ contactos estrechos.
- Un expediente con pedido de retiro de techo desmontable para aireación y habilitación de los espacios escolares.
- Un micro escolar del GCBA con cruce de burbujas de niños/niñas de nuestra escuela y de escuelas vecinas.
- Cero protocolo para la utilización del servicio de transporte escolar brindado por el GCBA.
- Un auxiliar casero con COVID-19.
- Tres auxiliares de portería aislados por contacto estrecho.
- Una auxiliar de portería en uso de licencia por contacto estrecho con caso sospechoso de COVID-19.
- Una docente con COVID-19.
- Cinco docentes aisladas por contacto estrecho.
- Ocho burbujas aisladas por contacto estrecho con casos sospechosos y/o confirmados de COVID-19.
- Cinco entrevistas con funcionarios del GCBA. Innumerables contactos telefónicos por “seguimiento” de casos sospechosos y/o confirmados.
- Miles de trámites burocráticos por cada caso sospechoso, confirmado y burbujas aisladas.
- Cuarenta docentes y no docentes comprometidos /as con la labor para garantizar la escolaridad.
- Cuatro vacunados/as (1 en CBA y 3 en PBA).
- Treinta y seis personas a la espera de la vacunación”.
Estos son algunos de los números que puedo recordar. Nunca la primera respuesta de la Escuela 12 DE 20 fue la suspensión de la presencialidad. Se han cubierto grados con personal de ejecución, de jornada extendida y de conducción garantizando la presencialidad. Para los “estadistas” que garantizan la presencialidad les digo, garantizar la presencialidad es estar y permanecer en las escuelas como quien les habla desde hace poco más de 33 años.”
Las estadísticas pueden ser leídas de muchas maneras. Estos números son irrefutables. Sobre ellos deberían reflexionar las autoridades que toman decisiones desde sus escritorios y, muchas veces, con sus cabezas ocupadas por preocupaciones que no son precisamente la educación y la salud pública.
Excelente nota