Escribe Liliana Elguezabal
Se trata de un Bar notable situado en un lugar emblemático del barrio de Mataderos: Larrazábal 1276, casi Av. Juan Bautista Alberdi. Desde el año 1949, fue punto de encuentro de amigos y vecinos, de artistas y trabajadores de la cultura, de políticos y visitantes del barrio. Acuciado por la situación económica, el aumento de las tarifas y la presión de los alquileres, sin haber recibido apoyo por parte del Gobierno de la Ciudad, el 6 de agosto pasado cerró sus puertas. Hoy vemos, junto a la placa que lo reconoce como Sitio de Interés Cultural el cartel de alquiler de la inmobiliaria.
El cierre fue muy sentido por los vecinos que encontraban en él un lugar para “perder el tiempo” o para ganar un tiempo compartido. Su historia, que es nuestra historia, se reconstruye desde la memoria barrial.
En el año 1949, el “9 de Julio” abrió sus puertas, en la esquina noroeste de Larrazábal y Avenida Juan Bautista Alberdi. El edificio, hoy ocupado por la sucursal de una cadena de farmacias, fue el primer espacio donde este bar comenzó a transitar su historia de más de 60 años.
En el año 1966, abandonó ese edificio y en 1969, abrió nuevamente sus puertas, en la actual ubicación, Larrazábal 1276, a unos pocos metros del sitio que lo vio nacer. Los nuevos dueños, Antonio Manera y sus hijos Antonio y Jorge, lo atendían junto al recordado mozo Félix.
Su reinauguración, en una nueva casa, fue celebrada como un gran acontecimiento con la presencia de don Floreal Ruiz, vecino del barrio. Según cuenta el vecino Ángel del Rincón, “El Tata” vivía en Ercilla y Pieres, caminaba hacia el bar, se bebía un café y luego tomaba el transporte que lo llevaba a “Radio El Mundo”, para cantar.
Durante el año 1982, se realizó la transferencia del fondo de comercio a nombre de Bengoechea y Cía. Los miembros de la sociedad eran: José Benito Gallego, Manuel Mujica Lata, José Pérez y Eduardo Bengoechea. En el año 2001 quedaron a cargo del Bar José Pérez y Marcos Cerdá, hasta el 31 de marzo del 2011.
Ante la posibilidad del cierre, un vecino del barrio Miguel Ángel Scaraffia, amante del lugar, decidió hacerse cargo del bar, y abrió sus puertas nuevamente el 1º de septiembre de 2011. Se trata del mismo vecino que, con el nombre de Claudio Soler, se dedica a interpretar y difundir nuestra música ciudadana, el tango.
La decoración de sus paredes, da testimonio del paso por el lugar de distintos referentes culturales de Mataderos. Cuadros donados por los artistas plásticos del barrio que se reunían en sus mesas, pinturas de lugares emblemáticos del barrio como el Bar Oviedo, placas, poemas y fotografías cedidos por los participantes de las tertulias y muestras artísticas que “La Casa de Historia y Cultura de Mataderos”, la Radio “Frecuencia Especial” y la publicación “Aquí Mataderos”, realizaron a lo largo de los últimos veinte años.
Fue el lugar de reunión de Alberto Castillo (vecino del barrio), Floreal Ruiz (vivía en Ercilla y Pieres), el escultor Orio Dall Porto, y el historiador Ofelio Vecchio, la Sra. Amalia Lavira de “La vida lunfa”, el Dr. Weidmann, los “Amigos del Arte de Mataderos” y tantos otros vinculados a la actividad cultural y social de Mataderos.
“Por su tradición de lugar de encuentro de vecinos, artistas y referentes de la cultura del barrio de Mataderos, por su fuerte carga identitaria y por haberse constituido como sitio de reunión durante más de 60 años a metros de una de las esquinas más tradicionales del barrio, Larrazabal y Alberdi”, fue declarado Sitio de Interés Cultural por la Legislatura y Bar Notable por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, pese a estas declaraciones, no contó con el apoyo suficiente de parte de la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad, para poder sostenerse en un momento tan crítico como el actual.