Dos hechos significativos de las luchas de los trabajadores por su dignidad, sus principios y sus derechos tuvieron lugar en la Ciudad de Buenos Aires en el mes de enero. El 7 de enero de 1919 comienza la llamada “Semana Trágica”, en la cual los obreros en huelga por la jornada de 8 horas, fueron víctimas de la represión policial y parapolicial. En 1959, también en enero, se produjo en Mataderos lo que sería recordado como uno de los hechos destacados por la memoria barrial y como un hito en la historia de las luchas populares: la huelga y toma del Frigorífico Lisandro de la Torre.
¡Por los derechos de la dignidad y de la vida! ¡Por las ocho horas de trabajo!
Los trabajadores de los “Talleres Metalúrgicos Pedro Vasena e hijos”, se habían declarado en huelga en diciembre de 1918 procurando una mejora salarial y la reducción de la jornada laboral. Vasena tenía sus depósitos en Nueva Pompeya y sus talleres se encontraban en Cochabamba y Rioja, San Cristóbal. En Pompeya es donde se desataron los primeros enfrentamientos entre los huelguistas y las fuerzas de seguridad – policías y bomberos- que secundaban la acción de los rompehuelgas y que dejaron el primer día cuatro muertos y cuarenta heridos.
Los episodios de la llamada “Semana Trágica” en su totalidad dejan un terrible saldo cercano a las mil víctimas y más de cuatro mil heridos entre la acción de las fuerzas represivas y los grupos civiles armados opositores a las protestas obreras, como la Liga Patriótica Argentina.
El mismo gobierno que reprimió tuvo luego que reconocer la justicia del reclamo y días después accedió a lo solicitado por los obreros.
En la misma semana, se realizó el cortejo para enterrar a los muertos de ese día pero, al pasar la caravana por los Talleres Vasena desde el interior, se abrió fuego contra los manifestantes. Durante 20 horas, los obreros enfrentaron a las fuerzas de seguridad y a grupos civiles de la elite armados.
También en el barrio de Almagro se produjeron enfrentamientos con bomberos y sacerdotes, que dispararon sobre la multitud desde un tranvía y desde el interior de una Iglesia cercana. La multitud reaccionó incendiando la Iglesia, y al llegar el cortejo se produjeron nuevos enfrentamientos con los bomberos y la policía. En la parte final del recorrido hasta el cementerio de la Chacarita también se abrió fuego, sin razón aparente, sobre la columna. Estos acontecimientos causaron la generalización de la huelga y su extensión al interior del país, luego que ésta ya se hubiera extendido a otros gremios a posteriori de las cuatro muertes iniciales.
La huelga alcanzó su punto más álgido el 10 y el 11 de enero, días en los que se desencadenó un duro ataque por parte de las fuerzas represivas.
Recordando estos hechos decía Osvaldo Bayer: “no hay olvido para aquellos hechos donde se trató de apagar el Derecho a balazo limpio en vez de aplicar los argumentos de la razón. La Semana Trágica de enero del ’19. Otro aniversario más, sí, cuántos años. Cuántos muertos por lo justo. No vamos a discutir ahora si fueron mil o seiscientos los obreros muertos. Lo triste, lo trágico es que se tergiversó todo, se hizo valer como siempre o, como casi siempre, la historia oficial. No eran ni “perturbadores extranjeros” ni “rusos” ni “terroristas” como los medios oficiales y del poder trataron de disfrazar el crimen. Eran obreros que querían tener los derechos de la dignidad y de la vida: las sagradas ocho horas de trabajo”.
¡No peleamos sólo por un salario! ¡Peleamos por nuestro patrimonio nacional!
En 1955, con el golpe de estado que derrocó a Juan Domingo Perón se inició en nuestro país un período político caracterizado por la interrupción de los procesos democráticos y la proscripción del peronismo, el partido político con mayor apoyo popular.
En 1959, ejercía la presidencia de la Nación Arturo Frondizi, quien, aunque había ganado las elecciones con el apoyo de Perón, llevaba adelante una política económica basada en el fomento de la inversión extranjera y en la “racionalización” de la economía.
El 10 de enero, por acuerdos con el FMI, Frondizi presenta un proyecto de Ley para privatizar el frigorífico, que le otorgaba prioridad de compra a la Corporación Argentina de Productores (CAP). La noticia produjo la movilización de la dirigencia gremial del Frigorífico.
La manifestación frente al Congreso fue reprimida, varios trabajadores fueron detenidos y la ley fue sancionada. Se declaró entonces la huelga y comenzó la toma del frigorífico, con la consigna “En defensa del patrimonio nacional”, medida que apoyada por el barrio de Mataderos y vecinos de Liniers, Villa Luro, Villa Lugano y Floresta.
El 17 de enero se inicia la represión. Un tanque Sherman del Ejército y 2.000 hombres avanzan derribando uno de los portones del Frigorífico. La CGT declara un paro nacional por tiempo indeterminado en respaldo a los luchadores y varios dirigentes gremiales son detenidos. Tras cinco días de duros enfrentamientos, concluyó la resistencia aunque el gobierno continuó con las persecuciones. El frigorífico fue intervenido, despidieron a 5.000 trabajadores y los dirigentes fueron detenidos.
La Huelga permanece en la memoria colectiva, porque no fueron sólo los trabajadores luchando por sus reivindicaciones, fue un barrio peleando por su derecho a intervenir en decisiones políticas que afectaban su vida, su identidad y su futuro.