Mataderos

M. Laura Gil y de Anso Luján Menazzi

El nacimiento del barrio. La construcción de los mataderos

En 1888 se realiza el último trazado de lo que es hoy la Av. General Paz, definiendo la superficie actual de la ciudad. Hasta 1887, la ciudad cubría una superficie mucho menor (cuatro mil hectáreas), que abarcaba el centro consolidado, Barracas y La Boca. El nuevo trazado multiplicó la superficie de la ciudad por cuatro veces y media (quedando en más de dieciocho mil hectáreas), incluyendo amplios descampados entre los que se encontraba la zona que es hoy el barrio de Mataderos.

Esta área, como muchas otras, estaba todavía dividida en chacras, en manos de sólo veintiocho personas. Mientras el centro de la ciudad se consolidaba rápidamente, esta zona constituía y constituiría por un tiempo más un descampado alejado.

En la década del ochenta, con la modernización de la Ciudad de Buenos Aires de la mano de Alvear, se decide el traslado de los mataderos municipales. Los anteriores mataderos, llamados “Mataderos del Sur”, se situaban en el actual barrio de Parque Patricios. El traslado de los mataderos de una zona relativamente urbanizada a un descampado completamente vacío fue resistido por los obreros de la carne (Sirvent, 1999). Sin embargo, el traslado se había decidido en base a razones de higiene urbana, centrales en las preocupaciones de la época (los mataderos debían estar fuera de la capital, alejados del centro consolidado) y teniendo como aliciente la gran inundación de 1884.

Finalmente, se decidió el traslado de los “Viejos Corrales” hacia un lugar cercano a la estación Liniers, siguiendo el cauce del arroyo Cildañez. Así, a través de un contrato del 8 de octubre de 1888, la firma Boerr y Cía. fue designada como constructora de las nuevas instalaciones (Lavira, Ferrero de Szymanis y Ferrero, 1989). El 14 de diciembre de ese mismo año, el Dr. Juan Agustín García junto con Juan Boerr y el intendente municipal interino, Guillermo Cranwel, aprobaron la mensura de los terrenos.

A tal punto constituía un descampado, indistinto y sin nombre, que los mataderos que allí se inauguran en 1901 son llamados “Mataderos de Liniers”. El área de Liniers era también un descampado, sin embargo ya poseía un apeadero de ferrocarril, al que en 1872 se le coloca el nombre de Liniers. Aún hoy el Mercado se llama Mercado de Liniers S.A. 35 fracciones unidas de 337.500 metros cuadrados que formaban, originalmente, parte de las chacras de Martín Farías y Nicanor Maldonado (Mariaca y Cortese, 2001).

En marzo de 1889, y luego de que las obras no se realizaran con la celeridad esperada, se constituyó la sociedad anónima “Nuevos Mataderos Públicos de la Capital”, representada por Rufino Basavilbaso, que adquirió los derechos y obligaciones de la concesión donde se levantarían los corrales y el matadero. De este modo, el 14 de abril de ese año se colocó la piedra fundamental de los nuevos mataderos.

Los efectos de la crisis del noventa no permitieron realizar la construcción en el tiempo esperado, a pesar del gran impulso que adquirió la obra con la asunción de Emilio Bunge en 1894 como nuevo intendente. En 1895 se loteó el predio y se abrieron las calles Murguiondo y Camino ancho, quedando establecidos los límites del futuro Mercado de Liniers entre las avenidas Murguiondo, Campana, San Fernando y Directorio (Centro de Consignatarios de Productos del País y Jaime, 2001). Finalmente, y según datos de Lavira, Ferrero de Szymanis y Ferrero (1989), pueden constatarse dos fechas distintas de inauguración del matadero: la primera, el 21 de marzo de 1900, y la segunda, el 1º de mayo de 1901, día en que fueron habilitados definitivamente los Nuevos Mataderos de la Capital en presencia de las autoridades competentes. El 21 de marzo de 1900 se faenó el primer animal.

Sin embargo, pronto se detectaron inconvenientes para la realización de ciertas actividades, hecho que determinó que la matanza de porcinos y otras faenas menores volvieran temporalmente a los antiguos mataderos. La inauguración definitiva se produce el 1° de mayo de 1901, cuando comenzó a funcionar oficialmente el lugar. Cutulo (1996) describe las actividades de los nuevos mataderos en los siguientes términos: “los reseros traen las tropas, se las recibe, se las cuenta, se las baña, se las pesa, se las sacrifica, se las desuella, se las sierra y se las reparte en las carnicerías. Todo se hace dentro del Matadero” (Cutolo, 1996: 520).

Según Aliata y Silvestri (1988), los nuevos mataderos de Liniers llegarían a constituir una ruptura en relación con las propuestas que los habían precedido, tanto por su solución innovadora a los problemas que implicaba la matanza de animales, como por el tipo de inserción urbana que adoptaron. En este último sentido, las nuevas instalaciones representan el abandono de la idea del matadero como una “isla” sin relación con el resto del barrio, a partir de la inclusión de confiterías, escuelas y oficinas de teléfono en los edificios de arquería que rodean a su plazoleta.

El barrio de Mataderos nace, entonces, bajo la gravitación de los mataderos municipales que allí se instalan. Es por eso que lleva ese nombre y que el 14 de abril es considerado el día del barrio de Mataderos. Otro nombre que se utilizaba para hacer referencia al barrio es el de “Nueva Chicago”. Éste no hace más que confirmar la gravitación que desde el inicio tuvieron los mataderos en la vida del barrio, puesto que se alude a Chicago, ciudad norteamericana donde se instalaron modernos mataderos que funcionaron como ejemplo para los que se construyeron aquí. El club de fútbol del barrio y algunos clubes sociales e instituciones aún llevan ese nombre.

El poblamiento del barrio

A partir del momento en que se comienza la construcción de los nuevos mataderos, y mucho antes de su finalización en 1900, se inician importantes loteos en la zona (que continuaron con posterioridad), convirtiéndose en un área de creciente interés para rematadores, trabajadores del interior, comerciantes e industrias vinculadas a la matanza. Según Mariaca y Cortese (2001), ya desde sus inicios, el deseo de las autoridades de trasladar los mataderos se vio acompañado por una “fiebre” de compra de tierras para lotear en las cercanías. Esto se evidencia en el crecimiento poblacional que va teniendo el área que comprendía el actual barrio de Mataderos.

Así, si en 1869 la población de Flores era 70% rural y no llegaba al habitante por hectárea, mientras que en 1887 el aumento de habitantes todavía era muy moderado (llegando a 1,5 habitantes por hectárea), para 1895, 1904 y 1909 el crecimiento poblacional se acentúa enormemente, siendo de las circunscripciones de mayor crecimiento. Entre 1887 y 1895 el crecimiento del pueblo de Flores fue de 218%, el mayor de toda el área de la ciudad. Entre 1904 y 1909 el crecimiento de la sección Vélez Sarsfield (la que comprende al actual barrio de Mataderos junto con Villa Soldati y Lugano) fue de un 200%, el segundo de mayor crecimiento luego de San Cristóbal Sur. Entre 1909 y 1914 el crecimiento fue de 122%, también de los más altos de toda la ciudad, alcanzando una densidad de 20 habitantes por hectárea. Para 1924, el crecimiento se modera (70% con respecto a 1914), pero sigue siendo de los más altos de toda la ciudad17.

A pesar del pronunciado crecimiento poblacional del área, resulta claro que la densidad no se acerca a la de aquellos distritos del centro de la ciudad. Esto se debe a que la sección Vélez Sarsfield incorpora una enorme superficie que comprende muchos territorios inicialmente sin habitantes, lo que da por resultado promedio una baja densidad.

Aquí resulta necesario señalar la fuerte incidencia que tuvo la inmigración en el proceso de poblamiento de Mataderos. Según datos del Censo 1914, dentro de la Circunscripción 1º el 43,5% de la población era de origen extranjero, en su gran mayoría italianos (36,2%) y españoles (27,6%), quienes serían los primeros en dinamizar el mercado inmobiliario de la zona.

En este mismo sentido, el crecimiento poblacional se observa en el aumento del precio del suelo en la sección Vélez Sarsfield, que llega casi a centuplicarse entre 1886 y 1923. En toda la periferia de capital se produce este tipo de aumento explosivo del precio del suelo. Sin embargo, a pesar de tener un mayor crecimiento relativo de los precios, los valores que alcanza el suelo en estas zonas no llegan a representar ni el 5% de los valores de la zona céntrica. 17 Datos extraídos del trabajo de Jalikis, M. (1925): “Historia de los medios de transporte y de su influencia en el desarrollo urbano de la ciudad de Buenos Aires”.

Los datos incorporan información de censos nacionales y municipales. Los datos de 1869 y 1887 no son comparables con los datos posteriores, puesto que son del pueblo de Flores. La definición de los límites de la capital incorporó sólo una parte del partido de Flores y redefinió las circunscripciones que existían previamente. Así, en los censos nacionales y municipales de los años siguientes, Mataderos se halla incorporado a la sección “Vélez Sarsfield”, que incluye también los actuales Villa Lugano y Villa Soldati. Esta tendencia hacia el aumento de la población dentro de los límites de la Circunscripción 1º puede registrarse también, aunque en forma más moderada, entre 1947 y 1960 donde se registra una variación positiva del 16%. El crecimiento se detiene en 1970, donde el área registra una disminución del 3% de su población.

Una vez inaugurados los mataderos en marzo de 1900, los loteos se intensifican. Los lotes eran muy baratos en relación al precio del suelo en las zonas más consolidadas, se ofrecían en largas mensualidades y en ocasiones incluían ladrillos, por lo que rápidamente se fue subdividiendo la tierra. En este sentido, se destacó la actuación de los rematadores, quienes encabezaron la transformación de una zona de amplias quintas en un área cada vez más parcelada. De este modo, siguiendo a Pando, Gorelik et al (2004), “los sectores populares encontraron en la financiación que ofrecían las fórmulas más descarnadas de la especulación inmobiliaria (lotes sin la mínima infraestructura) la solución al “problema de la vivienda” (Pando, Gorelik et al, 2004: 201). La baja incidencia de población en conventillos y casas de inquilinato (0,12%) presente en la Circunscripción 1º hacia 1904, también es señal de esta forma de inserción de los sectores populares en el espacio barrial.

La construcción se realiza en tramos y siempre en planta baja. El Censo de Edificación de 1914 muestra que, sobre un total de 13.868 edificios dentro de la Circunscripción 1º, la gran mayoría de los mismos eran de planta baja (99%). Según Mariaca y Cortese (2001) y Corradi (1969), los inmigrantes fueron uno de los primeros grupos en optar por la compra de estos terrenos junto con peones, quinteros y abastecedores de carne. Hacia 1914, dentro de la Circunscripción 1º el 41,3% de los propietarios de bienes raíces eran de origen italiano frente a un 30,8% de propietarios argentinos, contrarrestando la tendencia a nivel de la ciudad donde la mayoría de los propietarios eran nacidos en Argentina (39%).

En 1883 comenzó a intensificarse la construcción de las casas tipo chorizo, en superficies de 8,66 metros por 30 o 50 metros de fondo. Para estas edificaciones se levantó un horno de ladrillos que acompañará el crecimiento del barrio, dando lugar al desarrollo de otras actividades complementarias a las cárnicas (CEDEM, 2003).

Los rematadores que más se destacaron en la zona fueron Massini, Bravo, Barros & Cía., Lozano & Ramos, ofreciendo los terrenos a plazos y en cuotas de $ 3 mensuales y con ladrillos de regalo (Mariaca y Cortese, 2001: 37). Otros remates estuvieron directamente a cargo del Banco Hipotecario. 39 39 En este período predominó la autoconstrucción de las casas de patios o casa chorizo.

La casa chorizo era una vivienda muy utilizada en Argentina, desde mediados del S. XVIII hasta las primeras décadas del siglo XX. “Se trata de una modalidad generada a partir de un esquema tripartito: una hilera de habitaciones seguida de una circulación en galería y un espacio abierto” (Aliata, 2004: 29). La casa chorizo permitía a los constructores la gran ventaja de una construcción gradual: inicialmente podía tratarse de una sola habitación, y luego las habitaciones se iban agregando de acuerdo al crecimiento familiar y económico. Así, afirma Aliata que “se presenta en diversos estadios intermedios sin llegar a completarse en el modo ideal (…) Esta versatilidad y posibilidad de crecimiento, acordes con la movilidad social características de la Argentina moderna, son probablemente los hechos que determinan su popularidad como el modelo de hábitat urbano más generalizado entre mediados del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX” (Aliata, 2004: 29). En este sentido, “el modo de construcción de la casa se relaciona con el progreso del inmigrante” (Aliata, 2004: 31), lo que implicaba muchas veces tiempos lentos y ocupaciones muy graduales del terreno.

Con el correr del tiempo el barrio siguió creciendo velozmente: para 1925 existían 15 asociaciones voluntarias de diverso tipo, 9 escuelas y la parroquia de San Vicente de Paul. Para 1940 el barrio ya poseía una trama urbana consolidada, si bien existían todavía lotes vacíos. Las dos grandes áreas vacantes en el extremo oeste y en la parte sur (debajo del extremo este del Mercado de Hacienda), serán consolidadas en la década del cuarenta por intervenciones urbanas de gran envergadura, que darán finalmente al barrio su morfología actual.

Así, por un lado, y en términos de vivienda, a principios de la década del 40’ se construye en la parte oeste de Mataderos el barrio Naón. La Federación de Círculos Católicos Obreros construye chalets gracias a una importante donación de una de las propietarias originales, que serán conocidos entre los vecinos como “las casitas del Padre Copello”. La zona se completa luego con 19 Institución fundada en 1892 por el Padre Grote, bajo el influjo de la Encíclica Rerum Novarum. El objetivo de la institución era luchar por la mejora material de la vida de los obreros, alejándolos de ideologías políticas “peligrosas” a juicio de la Iglesia. casas de alta calidad y se caracteriza por una cuadrícula especial: manzanas de 140 metros de largo y sólo 40 metros de ancho (CEDEM, 2003). Las manzanas “tallarín”, muy utilizadas en esa época por la Compañía de Construcciones Moderna permitía un mayor aprovechamiento de la tierra para la vivienda, cortando la manzana tradicional en cuatro tiras paralelas (Vallejo, 2004). El barrio Naón hoy se caracteriza por ser una zona exclusivamente residencial, que concentra la población con mayores recursos de Mataderos.

A su vez, en 1949 se inaugura el Barrio “Los Perales”, vivienda social a escala masiva en un gran terreno antes ocupado por una colonia de vacaciones. Se trata de un barrio construido por el peronismo en el marco del plan de vivienda Eva Perón, con fondos del Banco Hipotecario Nacional y dependiente de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires (CEDEM, 2003; Dunowicz, 2000). El barrio consta de un total de 45 pabellones de 3 pisos con un total de 1068 departamentos de viviendas, 888 de dos dormitorios y 180 de tres dormitorios. De los pabellones, 39 fueron construidos durante el peronismo y seis bloques se agregaron durante el gobierno de Frondizi. Se trata de pabellones bajos y alargados, con amplios espacios verdes entre pabellón y pabellón. La superficie del terreno es de 200.000 m² e incluye un centro cívico con escuela, biblioteca y piscina, entre otras cosas.

Debido a las características físicas y sociales del barrio, este implicó un fuerte corte en sus inicios con el barrio de Mataderos: “La disrupción que en la grilla amanzanada de la ciudad supuso la construcción de Los Perales, fue acompañada, en el plano social por un claro recorte de sus vecinos como obreros o descamisados. En el plano de las formas espaciales y en el plano social, la alta visibilidad de este barrio puede considerarse como el extremo más avanzado de tensión con la significación simbólica de la ciudad tradicional. Los Perales produjo una cesura respecto del damero hispánico, por medio de una intervención urbana que incorporó una amplia dotación de espacios públicos” (Aboy, 2005: 171). En este sentido, y a nivel social, la construcción de Los Perales fue acompañada por una “leyenda negra” con respecto a sus habitantes, llamados “coyitas” o “cabecitas negra”, hecho que evidencia las tensiones internas entre 41 41 los propios habitantes del barrio de Mataderos y el status económico de la población residente en el barrio20.

A partir de esta época, también emerge con fuerza en el barrio la “casa cajón”, tipología que reemplazó parcialmente a la casa chorizo como tipo autoconstruido por los sectores populares. Hay una serie de características que distinguen a la “casa cajón” de la “casa chorizo”: la introversión (ya no se recurre a circulaciones externas), la compacidad, la diferenciación funcional de los ambientes, el bajo costo, etc. (Liernur, 2004). Todos estos rasgos se vinculan con transformaciones en las formas de vida, en la configuración de las familias y en innovaciones técnicas, entre otras.

La preeminencia de la casa individual en el barrio implica la aparición de un tipo particular de habitante: el vecino propietario que más adelante se convertirá en ciudadano. Siguiendo a De Privitello (2003), alrededor de la experiencia de la vivienda suburbana comenzó a jugarse una de las claves fundamentales de la conformación y representación de la sociedad: más estable, centrada en la familia, convencida del valor de la superación personal. También Scobie (1977) señala el modo en que la casita individual, separada por medianeras, daba cuenta de un desarrollo individual de la familia, en detrimento de un desarrollo colectivo. En este sentido, las tipologías en las viviendas son centrales a la hora de comprender lo que Gorelik llama el pasaje del área marginal “al barrio fabril obrero, y de allí al barrio cordial de la familia humilde y trabajadora moderna: el barrio obrero modelo (…) dispositivo de integración y normalización contra estratos diferenciados de la otredad amenazante” (Gorelik, 2004: 279).

Los loteos suburbanos y la posibilidad de casa propia expandieron la representación de una sociedad igualitaria, de un vecino propietario y de un ciudadano integrado políticamente que entraba en colisión con otras formas de residir y vivir de los sectores populares. Este modelo contrasta fuertemente con el estereotipo de los antiguos barrios obreros cuya vivienda característica era el conventillo y cuyo perfil de habitante era el inmigrante combativo y el marginal

En la actualidad el barrio se encuentra en un buen estado de conservación. La situación edilicia varía de acuerdo al pabellón, y se empeora el grado de mantenimiento al acercarse al límite con la villa de emergencia “Ciudad Oculta”. un ámbito como Los Perales, como forma de habitar, espacio físico y social diferenciado al interior del barrio.

En 1954 nace una villa miseria en el barrio, en terrenos destinados a la ampliación del Hospital Salaberry. La población era de 122 familias y fue denominada por la Municipalidad “Villa 7”. En 1971, bajo la intendencia de Saturnino Montero Ruiz, comienza la construcción de un complejo habitacional de vivienda social para los habitantes de la villa: el Barrio Justo Suárez, ubicado sobre la calle Bragado –entre Tellier y Timoteo Gordillo. El caso de la Villa 7 constituye un ejemplo paradigmático de cierta modificación en las formas de gestión. En el marco de la relativa apertura que supuso el gobierno de Lanusse, “La propuesta se realizó sobre la base de la participación de los villeros en el proceso de elaboración del proyecto comunal. Además (…) se ubicó muy próximo al asentamiento de la villa, a partir de lo cual se anuló el proceso de expulsión que generalmente acompañaba a este tipo de operaciones” (Ballent, 2004: 187). En 1973-4 se termina la construcción del complejo “formado por 122 unidades de vivienda, distribuidas en 5 tiras de 3 y 4 niveles y una torre de 10 pisos de alto” (Sirvent, 1999: 48). Se trata también de una operatoria municipal en todas las dimensiones: tanto en lo que respecta al trazado del plan (Plan piloto Realojamiento de Villa 7) como en lo que respecta a la ejecución del mismo y al origen de los fondos (Dunowicz, 2000). El complejo presenta en la actualidad un marcado deterioro, ya que se trata de una terminación de ladrillo y hormigón a la vista.

Hacia 1966 se inició, en forma privada, la construcción de lo que aún hoy es el edificio más alto del barrio, en Escalada 1015. En 1969 comenzó a trabajar en la zona la cooperativa Vivienda y Consumo, que construyó dos edificios de 6 pisos, ambos sobre al calle Manuel Artigas (Cutolo, 1996). En 1992, la Cooperativa Grand Bourg junto con el FONAVI construyen un conjunto de vivienda colectiva de 108 viviendas, en Remedios y Guardia Nacional. Casi la totalidad de las viviendas son de tres dormitorios. Se trata de dos torres con espacio verde a su alrededor ubicadas en el extremo este del barrio. En el mismo año y al año siguiente, la Cooperativa del Poder Legislativo junto con el FONAVI construye dos edificios de vivienda colectiva. El primero está ubicado en Tapalqué 7371 y tiene 77 unidades. El segundo se ubica en Saladilo 2270 y tiene 95 unidades de vivienda. En ambos casos, la operatoria y los fondos son compartidos por el FONAVI y la Cooperativa. En el primer caso, la mayoría de las viviendas son de una habitación, aunque hay algunas de tres dormitorios. En el segundo, hay casi igual cantidad de viviendas de una habitación y de tres habitaciones. Ambos edificios se ubican en el extremo oeste del barrio, y presentan un buen estado de mantenimiento (Dunowicz, 2000).

Más allá de estas operatorias de vivienda social, que fueron todas en mayor o menor altura, es importante recordar que la mayoría de la población del barrio vive en casas de diverso tipo. En este sentido, Sirvent (1999) realizó una interesante clasificación de los tipos de casa característicos del barrio en la actualidad. Así, nombra cinco tipos de casa: casas tipo chalet nuevas; casas remodeladas a nuevo; casas tipo cajón o chorizo, remodelada; casa tipo cajón o chorizo, cuidada; casa tipo cajón o chorizo, deteriorada. Estos diversos tipos se distribuyen en forma desigual en el barrio.

La producción del equipamiento urbano

Previendo el proceso urbano que desencadenarían los mataderos una vez en funcionamiento, ya para 1897 se instala la primera escuela: Escuela de Niñas Categoría Infantil N° 9. El barrio cuenta también tempranamente (1902) con el Club Chicago de los Mataderos hoy conocido como Club Social Nueva Chicago, fundado por un grupo de obreros y empleados del Matadero. Poco después se inaugura la Biblioteca Ricardo Güiraldes (Favier-Dubois, 1979: 43). Para 1910 ya se crea la segunda escuela y en 1911 se inaugura el Club Atlético Nueva Chicago. Para 1913 se inicia la construcción de la primera iglesia (San Antonio de Paul) y se le anexa un colegio privado de artes y oficios (antecedente del colegio “San Vicente de Paul”). En 1917 se habilitan otras tres escuelas públicas. La Iglesia se finalizaría de construir recién en 1922, en la calle Manuel Artigas entre Pieres y Oliden. Hoy el barrio cuenta con 19 escuelas públicas y 17 escuelas privadas, en su mayoría de confesión religiosa.

En 1899 (antes de la inauguración del Mercado) comenzó a circular un tranvía a vapor por la zona, perteneciente a la compañía “Tramway del Oeste”, que unía los antiguos mataderos con los mataderos en construcción, lo que facilitó la instalación definitiva de los mataderos y sus trabajadores en la zona que hoy ocupa. En su primera época transportaba materiales de construcción (Corradi, 1969: 65). La Municipalidad exigía que el tranvía no utilizara las calles ya habilitadas por la Municipalidad, por lo que se adquirió una lonja de terrenos particulares, pertenecientes a la familia Olivera, lo cual dio origen a esta Avenida. A la temprana instalación de este primer tranvía, colaboraron las presiones de los trabajadores del Antiguo Mercado, quienes tenían dificultades para instalarse en la nueva zona.

En 1898 también se instala una estación ferroviaria dentro del mercado, propiedad de la empresa Tramways Eléctricos de Buenos Aires. Posteriormente, en 1903 se construye otra línea, la “Compañía de tranvías a vapor del sur”. Sus coches eran arrastrados por caballos. En 1906 se fusionan las dos compañías dedicándose exclusivamente al transporte de pasajeros y utilizando ambas tracciones cubrían Floresta, Mataderos y luego Villa Lugano y Villa Riachuelo. En 1913 la compañía cesa de prestar servicio.

Siguiendo a Cutolo (1996), el alumbrado a kerosene fue el primer tipo de iluminación en el barrio, y sobrevivió hasta 1925, aunque algunos faroles fueron retirados con posterioridad. En 1917, para la capital “se decidió la definitiva sustitución del alumbrado a gas, alcohol y kerosene por el eléctrico” (Liernur y Silvestri, 1993: 28). Sin embargo, en el caso de Mataderos la iluminación fue mucho más temprana que en el resto de la ciudad. Ya en 1903 los mataderos cuentan con su propia usina, a cargo de la Municipalidad. Además, según Cutolo (1996), el Tramway que hacía el recorrido desde los Corrales del Sud proveía iluminación eléctrica por donde pasaba. “Luego varias de las casas que se encontraban en la ruta consiguieron obtener el fluido eléctrico” (Cutolo, 1996: 524). A su vez, “el Matadero Municipal proporcionaba luz a 35 manzanas de su vecindario” (Ídem).

Estas llegadas parciales de la electricidad al barrio respondían a la política municipal “por la cual la comuna iluminaba sus propias construcciones de infraestructura sanitaria o de servicios (como hospitales, mercados, mataderos) empleando tempranamente energía eléctrica” (Liernur y Silvestri, 1993).

Esto significó una expansión no exclusivamente centrípeta de la electricidad en la Ciudad de Buenos Aires. A su vez, esto permitía la electrificación de barrios alejados, que suponían poco rendimiento económico y por ende no resultaban de interés para las compañías privadas (en esa época, la Compañía Primitiva y la CATE). En algunos casos, se instalaban pequeñas usinas en los edificios municipales, lo cual favorecía el desarrollo de la electricidad en algunos barrios. En el caso de Mataderos, se instaló una pequeña usina en el edificio con la que “vendían electricidad a los particulares, favoreciendo una descentralización temprana” (Liernur y Silvestri, 1993: 35).

A pesar de la temprana (y parcial) instalación de la electricidad en el barrio, durante muchos años continuaron los usos de carbón, gas y kerosene para iluminar. Además de la iluminación, estos recursos se utilizaban para cocinar y mantener el calor en el hogar. En los primeros tiempos, “el carbón usábase en grandes cantidades para la cocina familiar y empleábase para otras necesidades. En 1928 llegó al barrio la Compañía primitiva de gas, la que realizó las conexiones e incluso se encargaba de vender las cocinas” (Cutolo, 1996: 524).

El Matadero no sólo incidió en la iluminación del barrio, sino también en la instalación de la red cloacal ya que el Matadero “veíase obligado a mantener la higiene en la matanza de los animales” (Cutolo, 1996: 524).

En torno a los Mataderos también se fue consolidando el barrio. Así, en 1901 ya se había adoquinado Directorio y Murguiondo (calles que rodeaban parte del Matadero). Una ordenanza de 1912 dispuso el ensanche de Murguiondo entre Merlo y Remedios. En algunos casos el empedrado se realizaba por medios privados. Así, Cutolo (1996) relata que “El Boulevard Larrazábal estaba inundado gran parte del año. Los matarifes que vivían sobre esa calle financiaron el empedrado desde Provincias Unidas hasta Directorio” (Cutolo, 1996: 524). Para 1933, se seguían empedrando calles, ya que aún quedaban muchas de tierra.

En 1919, una serie de ordenanzas dispusieron la rectificación y ensanche del Arroyo Cildañez. En 1941, se comenzó a entubarlo en la parte oeste, desde Av. Gral. Paz hasta Murguiondo. El barrio también sufría los desbordes del arroyo Maldonado. Este se entubó finalmente en 1942. “Entonces se construyó el llamado “Canal aliviador del Maldonado”, que corre bajo tierra, a lo largo de la calle Ruiz de los Llanos – Basualdo, y desvía gran parte de sus aguas al arroyo Cildañez, donde desemboca” (Cutolo, 1996: 524).

El teléfono se difundió en la zona desde comienzos de siglo, y “en 1915 la Unión Telefónica abrió sus oficinas en la Av. Chicago entre San Fernando y Jachal” (Cutolo, 1996: 524)

El equipamiento sanitario también se vio asociado, por un lado, a las necesidades del Mercado de hacienda y, por otro, a la iniciativa privada. Así, el primer equipamiento es una Estación Sanitaria, para la atención de los obreros del Matadero. Esta primera Estación se instala en la Recova de los Mataderos y funciona hasta 1914. En 1912, un grupo de amigos de Juan Salaberry (consignatario del Mercado, fallecido en 1908) ofrecen a la Municipalidad en su nombre, el predio comprendido entre las calles Cafayate, Provincias Unidas, Pilar y Bragado para la construcción de un Hospital. En 1915 (un año después del cierre de la Estación Sanitaria) se inaugura el Hospital Salaberry. Para 1926 se inauguran los consultorios externos (Cutolo, 1996).

En cuanto a los espacios recreativos, en 1911 se fundó el club Nueva Chicago cuyo estadio se situó en Villa Lugano (Avenida Campana -actual Avenida del Trabajo- y Piedrabuena). En 1940 se traslada a la Avenida Coronel Cárdenas y Francisco Bilbao (Favier-Dubois, 1979). Para 1918 se inaugura el Cine Jorge Newbery, el primero del barrio, y en 1925 el Cine y Teatro “Alberdi” (Cutolo, 1996).

La construcción de espacios verdes en el barrio es relativamente tardía, ya que muchas zonas permanecen semirrurales hasta avanzada la década del cuarenta. En 1955 se construye la Plaza “Dr. Onésimo Pueyrredón” en las calles Fragata La Argentina, Ercilla, Schmidl y Guamini. En 1963 se construye la Plaza Henry Dunant, entre Chamical, Junta, Caroya y Guardia Nacional. Ambas plazas son de reducidas dimensiones, ya que no ocupan una manzana tradicional, sino manzanas angostas y alargadas. Para 1973 se construye la Plaza de los Mataderos, en Lisandro de la Torre, Tapalqué, Timoteo Gordillo y Bragado, en un terreno que había sido una quinta de verduras hasta poco tiempo antes. Luego la superficie quedó inculta y empezó a ser llamada “Plaza de los Mataderos” por parte de los vecinos. En 1973 se la equipa con bancos, luces y se instala un busto a Gabino Ezeiza, payador local. Esta es la plaza más grande del barrio, ocupando una manzana de dimensiones tradicionales. Ya en la década del 20 comienzan a circular ómnibus por el barrio.

A partir de 1932 también comienzan a circular colectivos de línea. Este es el único medio de transporte barrial a partir de la cesación de servicios de los tranvías, ya que ni el subterráneo ni el tren llegan al barrio. En la actualidad, circulan por el barrio pocas líneas de colectivo, lo cual supone grandes problemas de conectividad para sus habitantes.

La dictadura de 1976 dejó una fuerte marca respecto al equipamiento urbano, en primer lugar, debido a la demolición del Hospital Salaberry, en 1981. El Intendente Brigadier Cacciatore afirmaba que, según los estudios, “el precio del metro cuadrado de remodelación saldría más caro que el metro cuadrado de obra nueva” (Cacciatore, 1993: 116), por lo que se decide su demolición en lugar de su recuperación. El espacio es destinado para la construcción de una plaza y una escuela. Para atender la zona sólo quedó el Hospital Santojanni, ubicado en el barrio de Liniers.

Además, se decidió la demolición del edificio que ocupara el Frigorífico Lisandro de la Torre. Luego de su vaciamiento y el despido del personal, se comenzó a demoler el Frigorífico en 1978. Entre 1979 y 1980 se subastan parte de los terrenos previamente pertenecientes al Frigorífico. Se realiza la apertura de la Av. Directorio (previamente cortada). Otra fracción es destinada a la construcción del Parque Alberdi. En términos de Cacciatore, “El municipio construyó, sobre una superficie de cerca de 10 hectáreas, el Parque Juan Bautista Alberdi, incluyendo sectores culturales, recreativos y deportivos. El solar incluye un anfiteatro con capacidad para 1.500 personas, ubicado junto a un lago artificial que cuenta con una cascada iluminada y dos fuentes ornamentales” (Cacciatore, 1993: 269). El Parque Alberdi sigue existiendo en la actualidad, e incorporó un jardín de infantes municipal como parte de sus instalaciones.

En lo que refiere a la trama urbana en la actualidad, Mataderos es un barrio relativamente continuo y homogéneo a pesar de la existencia de sectores bien distintos dentro del barrio. Si bien el barrio tiene grandes e importantes rupturas de la trama urbana como ser el enorme Mercado de Hacienda de Liniers (con una extensión de 32 hectáreas), el Barrio Manuel Dorrego (ex-barrio Los Perales), el Barrio Naón, el Parque Alberdi, la cancha de Nueva Chicago, grandes predios industriales (algunos de ellos abandonados) y la propia General Paz, el barrio no presenta grandes espacios vacíos o segregados. Existen zonas donde se concentran muchos grandes edificios productivos, pero por lo general la localización de los establecimientos industriales es bastante pareja en todo el barrio, si bien existe mayor concentración en torno al mercado de Liniers, particularmente de frigoríficos. También la distribución de establecimientos cerrados es bastante homogénea, lo que evita la concentración de grandes espacios vacíos.

Los locales comerciales y de servicio, por su parte, tienen la distribución más democrática, en tanto cubren muy equilibrada y homogéneamente el barrio.

El desarrollo del mercado de trabajo

Dentro del barrio, la instalación de los mataderos determinó que las primeras industrias vinculadas a la carne se ubicaran a su alrededor. Según Cutolo (1996), por Murguiondo hacia Escalada se fueron instalando triperías, graserías, curtiembres, hervideros de sangre vacuna, fabricación de velas y jabones, fenómeno que se extiende hasta la actualidad con la localización de frigoríficos y fábricas de embutidos en los alrededores del Mercado de Liniers. En este sentido, puede pensarse que la presencia de los mataderos en el barrio determinó su nacimiento, su actividad económica, su configuración física y el proceso de su poblamiento.

Como se pudo observar en el primer apartado, un fenómeno con similares características ocurrió en relación a la localización de las primeras viviendas. En sus inicios, los nuevos mataderos implicaron una radical modernización en la industria de la matanza (Gorelik, 2004). Ahora bien, según crónicas de la época la construcción de los nuevos mataderos y su traslado fueron vistos por amplios sectores como un proceso de modernización y extranjerización violenta, en contra de las técnicas más tradicionales y criollas (Caras y Caretas, 1900 en Vecchio, 1997).

Hacia la década del ´20 comienzan a sumarse nuevas industrias al entorno barrial. Según datos del CEDEM (2003), se construyó la planta fabril del frigorífico Núñez, la curtiembre Hispano Argentina y la papelera Denti. Como pudo observarse, la historia de Mataderos se entrelaza fuertemente con los avatares de la industria de la carne. Así, un hito de vital importancia para el barrio estuvo dado por la fundación del Matadero Modelo y Frigorífico Municipal Lisandro de la Torre en 1929.

Durante la presidencia de Marcelo T. de Alvear, se decidió la creación de un Frigorífico Nacional de la Capital Federal a fin de satisfacer las necesidades de consumo de la población creciente de la ciudad (Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, 2002). De este modo, la Ordenanza Municipal del 15 de julio de 1924 autorizó la construcción de un “Frigorífico y Matadero Modelo”, cuya traza primitiva lo ubicaba entre las calles Tellier, Rodó, Murguiondo y Bilbao (Centro de Consignatarios de Productos del País y Jaime, 2001). Y así como los nuevos mataderos habían implicado una fuerte modernización con respecto a las técnicas de matanza, el Frigorífico Modelo también pretendía ser sinónimo de modernización: su instalación implicaba la industrialización de la actividad en el barrio y la eliminación de la precariedad de las antiguas formas de faenar la carne (Sirvent, 1999), para mejorar la higiene y el control sanitario, disminuir los costos y aprovechar la totalidad de los subproductos (CEDEM, 2003: 145).

El frigorífico, además de funcionar como punta de modernización para la actividad, implicó también la injerencia municipal en la regulación de los precios del mercado de la carne, injerencia vinculada a antiguos reclamos en contra de los frigoríficos extranjeros y a un fuerte aumento del precio de la carne a fines de la década del 20’.

Las obras se iniciaron en 1927 después de que la GEOPE (Compañía General de Obras Públicas), una empresa de capitales alemanes, ganara la licitación correspondiente. El frigorífico se habilitó en 1929, pero recién se inauguró oficialmente en 1931, quedando la matanza de los animales a su cargo. De este modo, pronto se convirtió en el principal eje laboral y social del barrio, junto con el Mercado de Hacienda, dando lugar a la instalación de nuevas industrias de los derivados de la carne (Lavira, Ferrero de Szymanis y Ferrero, 1989: 5).

En relación a esta primera época del Frigorífico, un vecino del barrio relata: “empecé a trabajar de peón en el frigorífico… Trabajaban 9800 personas y se mataban 3500 reses vacunas diarias de lunes a sábados, 2500 lanares y 1700 porcinos. Esto fue el progreso del barrio” (Lavira, Ferrero de Szymanis y Ferrero, 1989: 6).

De esta forma, el Frigorífico queda asociado a la época de bonanza del barrio, que se desarrollaría en las siguientes décadas. En este sentido, Sirvent afirma: “el funcionamiento del frigorífico proveyó de fuente laboral a muchos vecinos. Al modificarse la antigua estructura del mercado, se abrieron nuevos puestos de trabajo. El bienestar económico de los obreros y el enriquecimiento de matarifes y comerciantes provocaron un proceso generalizado de ascenso social” (Sirvent, 1999: 42).

Según el CEDEM (2003), para 1930 ya se había instalado en Mataderos la primera fábrica de aguas gaseosas de la Argentina y la cervecería Mayo; en 1931, la textil Lamuraglia, y en 1934, la química Villa Aufricht. Hacia la década del ´40 la industria continúa diversificándose con la maderera Martota, el laboratorio Versan y la fábrica de medias Roccatagliata. Durante los ´50 surgen las autopartistas y se instalan la empresa Fale Plac, que fabrica baterías para automotores, y la empresa Caballito, encargada del procesamiento de barras de acero.

Durante las décadas del ´50 y del ´60 también se asistiría a la apertura de nuevos frigoríficos (de tamaño mediano y pequeño), especializados en la elaboración de embutidos. En relación al Frigorífico Lisandro de la Torre, la última dictadura militar lo convirtió en objeto de una política de vaciamiento que, mediante una serie de despidos masivos, terminarían con la resistencia demostrada durante el gobierno de Arturo Frondizi. Así, el frigorífico cerraría sus puertas el 5 de agosto de 1977 (Centro de Consignatarios de Productos del País y Jaime, 2001), mientras que la demolición del edificio se inició el año siguiente. Parte de las instalaciones fueron finalmente vendidas por el Estado al laboratorio Roemmers, encargado de transformarlas en su planta “Pharma 2000” (Mariaca y Cortese, 2001: 55).

El Mercado de Hacienda de Liniers pasó por numerosas reparticiones estatales a lo largo de su existencia. Así, en 1950, por la Ley 13.654, pasó a depender del Ministerio de Economía; en 1955 pasa a manos del Ministerio de Comercio; en 1956 se coloca bajo la dependencia del Ministerio de Agricultura y más adelante, en el mismo año, pasa a manos de la Municipalidad. En 1957 el Mercado pasa nuevamente a manos del Ministerio de Agricultura. Finalmente, en 1992 el Mercado es privatizado, y pasa a depender de la firma “Mercado de Liniers S.A.”. Mariaca y Cortese (2001) señalan las tareas que le corresponden al Mercado de Hacienda: concentración del ganado en pie para posibilitar la transparencia de las transacciones comerciales, ejerciendo el poder de policía que le compete al Estado; fiscalización de las operaciones con el ganado; realización de inscripciones de las firmas consignatarias, matarifes, abastecedores y frigoríficos que operen en el recinto, y certificación del peso de las haciendas y registro de su compra-venta. Ahora bien, en relación al Mercado de Hacienda, ya desde 1961, y mediante el Decreto Nº 7793 del Poder Ejecutivo, comenzaron las tratativas para lograr su traslado alegando motivos comerciales, urbanísticos y de salubridad y desarrollo industrial (Pérez, 1995).

En 1977 se propone como lugar de destino el partido bonaerense de Mercedes; para 1985, la propuesta llega a incluir a Brandsen y Chascomús. Sin embargo, aún hoy en día continúa discutiéndose la posibilidad de su traslado hacia alguna localidad por fuera de los límites de la ciudad.

En la actualidad, la gran cantidad de frigoríficos y otros establecimientos vinculados a la carne son los que determinan que, entre los barrios industriales del sur, Mataderos sea el que concentre el mayor número de edificios productivos grandes. En efecto, más del 27,3% de los edificios productivos de más de 500 m² se sitúan en Mataderos, dejando en segundo lugar a Barracas (24,6%), el barrio que siempre estuvo asociado con una tradición fabril (DGSIG, 2005).

Si bien el porcentaje de edificios productivos de 500 m² cerrados en Mataderos es muy alto (20,4%), y esto es una clara marca de los procesos de transformación urbana iniciados en la década del 70´ (muchos establecimientos instalados antes del Código de Planeamiento se ven impedidos de realizar reformas, mejoras y ampliaciones, por lo cual algunos de ellos son abandonados), el porcentaje no es distinto al resto de los barrios del sur (Barracas, Nueva Pompeya, La Boca, Villa Soldati, Villa Lugano, Villa Riachuelo).

Lo importante es que a diferencia de otros barrios, los establecimientos abandonados no implican grandes rupturas en la trama urbana ni la existencia de zonas degradadas ya que no se concentran en una zona, sino que se distribuyen en forma más o menos pareja en todo el barrio y, por otra parte, existe una tímida tendencia de apertura y reapertura de nuevos edificios productivos en Mataderos, factor que también lo distingue del resto de los barrios del sur (DGSIG, 2006).

Si bien la normativa del Código de Planeamiento Urbano prevé que sólo un 4,7% del territorio del barrio sea considerado Distrito Industrial (I1), Mataderos cuenta con más de 700 establecimientos industriales, muchos de ellos PyMEs que proveen aproximadamente más de 10.000 puestos de trabajo. Por su parte, el Mercado de Liniers tiene alrededor de 150 empleados. Con respecto a la actividad comercial, “el barrio de Mataderos se caracteriza por tener importantes ejes comerciales a escala barrial (…) se percibe que se destacan rubros destinados principalmente a comercios de proximidad: venta de productos alimenticios (20,4%), almacenes (10,8%)

Existen dos puntos donde sí hay varios establecimientos productivos abandonados juntos: uno es la intersección de Basualdo y Garzón, que anteriormente era zona industrial y hoy es una zona de equipamiento comercial, lo cual impide reformas, ampliaciones o reconversiones de esos edificios en industrias. Otra es una zona cercana al Mercado de Hacienda (DGSIG, 2005).

En la década de los 70´ la industria de la carne sufre transformaciones que permiten el acceso a ese mercado por parte de medianos capitales nacionales. Por una parte, las condiciones de comercialización que redujeron los tamaños mínimos económicos y, por la otra, la difusión de la tecnología empleada. Sin embargo, lo determinante habría sido el desinterés de las empresas trasnacionales por mantenerse en este mercado (Buxedas, 1983). Esto se ve con claridad en el barrio, donde proliferan las industrias más pequeñas tanto en personal como en valor de producción, a partir de la década del 60´, pero los frigoríficos proliferan en la década de los 70´ (muchos frigoríficos actuales datan su origen en esa fecha). prendas de vestir (9,1%), materiales de construcción y ferretería (9,3%)” (CEDEM, 2003: 157). El eje más importante es la Av. Alberdi, que funciona como centro barrial, con gran cantidad de comercios muy diversificados y poco especializados, para atender al consumo inmediato del barrio.

La vida sociocultural y política

La historia del barrio se entrelaza fuertemente con los avatares de la industria de la carne. Así, las primeras organizaciones barriales se ligan al Matadero: en 1902 se funda el Club Chicago de los Mataderos, hoy conocido como Club Social Nueva Chicago, fundado por un grupo de obreros y empleados del Matadero. En 1908 se crea el Club Social y Deportivo General Paz y para 1911 el Club Atlético Nueva Chicago. En 1917 se abre la primera biblioteca, “Rodó”. En la década del veinte surgen tres sociedades de fomento y dos clubes más. En la década del treinta se crean otras doce entidades sociales, en su mayoría clubes sociales y deportivos y sociedades de fomento. En términos de Pando, Gorelik et al (2004) “Los nuevos vecinos debieron organizarse para reclamar por mejoras urgentes y para ello formaron instituciones de fuerte capacidad identificatoria con el territorio: la Sociedad de Fomento, que a partir de sus reclamos al estado fue convirtiéndose en una institución inclusiva y productora de ciudadanía (…) Junto con ese rol de espacio público político, el barrio cumplió así el rol de coagulador de identidades comunitarias, clave en sentido social y cultural para la formación de la clase media porteña (Pando, Gorelik, et al, 2004: 201).

Durante las décadas siguientes siguen creándose, aunque en menor cantidad, sociedades de todo tipo, siendo las más relevantes el Club Social y Deportivo Glorias Argentinas, del 43´, el Rotary Club en el 54’, la República de Mataderos en el 64´ y el Museo Criollo de los Corrales del mismo año. En la década del ochenta, con el retorno democrático, se vive un repunte en la creación de asociaciones y centros varios. Según Sirvent (1999), “…en Mataderos, el auge de estas asociaciones barriales se ubica hasta mediados de la década del 50´ (…) las décadas del 30´ y el 40´ fueron la época de mayor actividad de las asociaciones, cuando eran verdaderos lugares de encuentro en los que transcurría la vida del barrio. Fue la época de los grandes bailes, festivales, carnavales, conjuntos filodramáticos, deportes, bibliotecas populares (…) Los dirigentes vecinales asocian ese auge con el bienestar económico del barrio” (Sirvent, 1999: 96).

Más allá de las particularidades económicas del barrio, el mismo proceso de auge y decadencia de las organizaciones se repite en el resto de los barrios de la ciudad. Así, Gutiérrez y Romero (2007) hipotetizan acerca de las causas de esta decadencia: “…a las obvias causas externas –fue frecuente que las autoridades desconfiaran de ellas, las vigilaran y hostilizaran- hay que agregar otras internas de mucho más peso. Parecería que la fuerza principal de todas ellas fue la situación “de frontera” de los barrios nuevos. A medida que se consiguen los objetivos, que se satisfacen las necesidades más urgentes, el interés colectivo va declinando” (Gutiérrez y Romero, 2007: 101).

Resulta interesante seguir el caso de una lucha por la mejora barrial sobre la que escribe Boragno (2004): el caso del entubamiento del arroyo Cildañez. El arroyo era un foco contaminante para el barrio, puesto que recibía los desperdicios del matadero. La primeras luchas para peticionar por el entubamiento del Cildañez las comenzó la Asociación de Fomento Nueva Chicago (Boragno, 2004). Si bien para 1939 el arroyo se entuba en forma parcial, existía un tramo con “canalización abierta”, lo cual implicaba varios peligros. El tramo de canalización abierta era entre Av. del Trabajo y C. Álvarez, mayormente en el actual barrio de Parque Avellaneda. Sin embargo, los vecinos de Mataderos comienzan a movilizarse activamente en pos del entubamiento faltante.

En 1949 se conforma la “Junta Vecinal de Mataderos pro entubamiento”, que realiza un petitorio popular y logra la adhesión de los vecinos, las sociedades de fomento y los comercios. En 1952, en una reunión se arresta a la mayoría de los asistentes, lo cual detiene las gestiones. Para 1957 se retoman las peticiones al conformarse la Comisión pro entubamiento del Cildañez. Las actividades de la Comisión incluyen reuniones con las más diversas autoridades y una intervención activa en los avances del proyecto de entubamiento. Cuando en 1962 comienzan las obras, esto es vivido como un “triunfo del vecindario” (Boragno, 2004: 55).

Un papel preponderante en la sociabilidad barrial la tuvieron, además de las asociaciones voluntarias y clubes, los bares que muy tempranamente abrieron en el barrio. Muy similares a las antiguas pulperías, comenzaron a proliferar bares y almacenes incluso antes de la apertura del Matadero. Algunos de ellos aún hoy se conservan, como el almacén – bar “La escalerita”, el bar “Michelini” y el histórico bar “Oviedo”.

A su vez, el barrio posee una fuerte historia sindical, vinculada, como es lógico, a los trabajadores del Matadero y del Frigorífico. La primera asociación gremial, de los primeros años del S. XX, era de tendencias anarquistas. Esta se deshace y para 1919 se crea la Sociedad de Resistencia Obreros Matarifes, más vinculada al socialismo que se hace preponderante en el barrio, también en otras asociaciones como “Faenadores de cerdos y anexos”, “Mondongueros, triperos y anexos”, “Matarifes de Carneros” y “Unión Obreros Curtidores”. Desde el nacimiento del Matadero en el barrio, los obreros realizaron huelgas y protestas en diversos momentos.

Con la llegada del peronismo, los obreros de la carne se alinean con Perón, a través de la Asociación Gremial del Personal del Frigorífico Lisandro de la Torre y Mercado Nacional de Hacienda. Este vínculo con el peronismo alcanza su punto álgido y más evidente en la recordada huelga de 1959, iniciada por los obreros del Frigorífico Lisandro de la Torre que ocupan el edificio en contra de la orden de Frondizi de privatizar el frigorífico. Un tanque de guerra inicia el desalojo, lo que lleva a la huelga general en todo el país. Para ese momento, la resistencia también se había trasladado al propio barrio: no sólo se abasteció de alimentos a los obreros sino que muchos vecinos construyeron barricadas para impedir el acceso a los carros de asalto, mientras que los comercios permanecieron cerrados (Mariaca y Cortese, 2001: 54-55). El gobierno dispuso entonces la aplicación del Plan CONINTES (Conmoción Interna del Estado), contribuyendo a un mayor debilitamiento de la medida de fuerza. El paro se levantaría en los días sucesivos, pero la huelga en el frigorífico continuaría. La situación continuó agravándose con la cesantía de 5000 empleados (Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, 2002: 6), hasta que en 1960 el frigorífico pasó 56 56 finalmente a la órbita privada de la Corporación Argentina de Productores de Carne (CAP),

La identidad peronista quedará asociada al barrio, por un lado, por el arraigo obrero y, por otra parte, por la construcción del complejo habitacional “Los Perales”. Esto se evidencia tanto en la histórica huelga de 1959, que paralizó al barrio entero y es considerada un hito en la resistencia peronista, como en la resistencia que “Los Perales” presentó cuando se quiso sacar el busto de Eva Perón, también en el acto de Cámpora de 1972, ante 15.000 personas en el club Nueva Chicago, el provocativo canto de la Marcha Peronista en plena dictadura (1981), en un partido de fútbol en el club Nueva Chicago, provocando graves incidentes, etc.

-El barrio cuenta, también, con una serie de personajes ilustres, que dan cuenta de su tinte popular. Quizá la figura más importante del barrio fue Justo Suárez, el “Torito de Mataderos”, joven boxeador, nacido en 1909, perteneciente a una familia humilde del barrio. De niño trabajó como cuarteador y ascendió rápidamente a la fama como boxeador. Se enferma tempranamente, muere a los 29 años y es velado en el Luna Park. También de principios de siglo, se destaca Gabino Ezeiza, el payador del barrio.

En 1986 nace la Feria de Mataderos por iniciativa de una vecina. Los sábados, frente a la recova del Mercado se despliega la feria, sobre Av. de los Corrales y sobre Lisandro de la Torre. Es una feria de artesanías que se reivindica como espacio de unión entre la ciudad y el campo. Este es un rasgo importante del barrio, en tanto la identificación se busca no con la ciudad, sino con la nación, como ideal de unión armoniosa. La feria reivindica las tradiciones gauchas, los productos regionales, la música y bailes del interior, todo bajo la bandera argentina.

En la actualidad, el barrio posee una fuerte identidad y una densa trama social. De ello da cuenta la existencia de numerosísimas instituciones barriales de todo tipo: centros y clubes sociales, bibliotecas, sociedades de fomento, con fuerte y antiquísimo arraigo en el barrio (el Club Social y Deportivo Nueva 57 57 Chicago funciona como destacado ejemplo)25.

En cuanto a la identidad del barrio, instituciones como la Junta de Estudios Históricos de Mataderos, la República de Mataderos y la Feria de Mataderos entre otras, se encargan de apuntalar y reafirmar la historia del barrio, sus características particulares y sus tradiciones.

Al analizar los resultados de las últimas elecciones a nivel barrial, el barrio pierde su carácter “peronista” y se sintoniza bastante con el resto de la Ciudad de Buenos Aires. Así, en las últimas elecciones presidenciales, como en la mayoría de los barrios de la capital, en Mataderos triunfó Elisa Carrió. Si bien en la mayor parte de la zona sur triunfó Cristina Kirchner (Barracas, La Boca, Parque Patricios, Nueva Pompeya, Villa Lugano, Villa Riachuelo y Soldati), Mataderos no votó por el peronismo y optó, como el resto de la capital, por Carrió. También como en el resto de la Capital, en Mataderos triunfó Macri en las últimas elecciones a Jefe de Gobierno. En las elecciones anteriores, Macri también había salido ganador en el barrio, aunque esto luego se revirtió en la segunda vuelta, donde Ibarra salió vencedor en el barrio. Ambos resultados concuerdan en términos generales con los de la capital. 3.6 Mataderos

Hoy El barrio de Mataderos cuenta con una población de 64.697 personas en una superficie de 7.6 km², según el Censo 2001. La variación relativa respecto a los datos del censo de 1991 es negativa (-3,9%), pero la tendencia negativa es mucho menos marcada que en el resto de la Ciudad de Buenos Aires (-6,4%). Cuadro 4. Ciudad de Buenos Aires y Mataderos. Población y variación intercensal absoluta y relativa 1991-2001, superficie y densidad. Años 1991 – 2001. Barrio Año Variación Absoluta Variac ión Relati va 1991 2001 Población Sup. (km²) Densidad Hab/km² Población Sup. (km²) Densidad Hab/km² Mataderos 64.697 7,6 8.515,8 62.206 7,3 8.521,4 -2.491 -3,9 Bs. As. 2.965.403 200 14.827,015 2.776.138 202,9 13.682,3 -189.265 -6,4 Fuente: Elaboración propia en base a INDEC. Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001 y GCBA. 25

La densa trama barrial se puede observar en el tipo de interacciones barriales presentes en Mataderos. En efecto, los vínculos barriales son muy fuertes y las relaciones de proximidad muy habituales. Hay un uso intenso de la calle, ámbito abierto al intercambio y al encuentro con los otros. 58 58

Siguiendo con las particularidades de la zona sur, Mataderos se caracteriza por ser un barrio muy extenso (es el sexto barrio en términos de superficie, junto con Belgrano) con una baja densidad de población (el promedio a nivel ciudad es de 13.682 por km², el de Mataderos es de 8.521 por km²) (Censo Nacional de Población, Hogares y Vivienda 2001).

En cuanto al mercado inmobiliario, en consonancia con los barrios del sur, es un mercado mucho más estático que el del resto de la ciudad, con grandes dificultades para acompañar la recuperación de los valores post 2002, tanto en superficie permisada para construcción de usos residenciales como en el valor del suelo, muchísimo más bajo que el del resto de la ciudad (en Julio de 2006, el precio promedio en Capital del m² de un departamento dos ambientes usado, era de U$S 1.149, mientras que el de Mataderos era de U$S 802). Sin embargo, en cuanto a superficie permisada para construcciones no residenciales, Mataderos se encuentra entre los primeros de la lista (CEDEM, 2007).

Otra característica que comparte con el sur es un número alto de habitantes por hogar en relación al resto de la Ciudad de Buenos Aires: si el promedio de la ciudad es de 2,66, en el caso de Mataderos el número asciende a 3.

Morfológicamente, Mataderos es uno de los barrios más bajos de la Ciudad de Buenos Aires, superado únicamente por otros cuatro barrios. Esta característica del barrio (tener mayoría de hogares habitando en casas) lo afianza aún más en su ubicación sur-oeste, en tanto la comparte únicamente con los barrios del sur linderos al Riachuelo y los barrios del Oeste que lindan con la General Paz. En efecto, y según datos del Censo de Población 2001, la mayoría de los hogares de Mataderos viven en casas tipo A (56,8%), es decir, aquellas que reúnen ciertas condiciones mínimas de habitabilidad. En comparación, la cantidad de hogares en departamentos (41,2%) también nos habla de la tendencia histórica del barrio a la baja altura de las construcciones. 59 59

Cuadro 5. Mataderos. Hogares y Población por tipo de vivienda. Año 2001. Tipo de Vivienda Hogares Población Absolutos % Absolutos % Total (1) 20.563 100 61.716 100 Total Casa 11.803 57,4 37.147 60,2 Casa A 11.677 56,8 36.721 59,5 Casa B 126 0,6 426 0,7 Rancho 9 0,04 25 0,04 Casilla 34 0,2 106 0,2 Departamento 8.479 41,2 23.900 38,7 Pieza/s en Inquilinato 140 0,7 337 0,5 Pieza/s en Hotel o pensión 40 0,2 62 0,1 Local no construido para habitación 56 0,3 137 0,2 Vivienda móvil 2 0,01 2 0,03 (1) Se excluyen los hogares y la población censados en la calle. Fuente: Elaboración propia en base a INDEC. Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001.

Prosiguiendo con esta caracterización actual, puede observarse que la mayoría de los hogares del barrio cuentan con cañería dentro de la vivienda procedente de la red pública (99,5%), mientras que el 97,9% de los mismos poseen inodoro con descarga de agua y desagüe a red pública en sus viviendas.

Cuadro 6. Mataderos. Hogares por provisión y procedencia del agua para beber y cocinar. Año 2001. Provisión y procedencia del agua para beber y cocinar Absolutos % Total de hogares (1) 20.563 100 Por cañería dentro de la vivienda 20.453 99,5 Red pública (agua corriente) 20.442 99,9 Otros 11 0,05 Fuera de la vivienda pero dentro del terreno 97 0,5 Red pública (agua corriente) 94 96,9 Otros 3 3,1 Fuera del terreno 13 0,06 Red pública (agua corriente) 12 92,3 Otros 1 7,7 (1) Se excluyen los hogares y la población censados en la calle. Fuente: Elaboración propia en base a INDEC. Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001.

Cuadro 7. Mataderos. Hogares por servicio sanitario de la vivienda. Año 2001. Servicio sanitario Absolutos % Total de hogares (1) 20.563 100 Inodoro c/ descarga de agua y desagüe a red pública 20.133 97,9 Inodoro c/ descarga de agua y desagüe a cámara séptica y pozo ciego 167 0,8 Inodoro c/ descarga de agua y desagüe a pozo ciego u hoyo. 67 0,3 Inodoro sin descarga de agua o sin inodoro 196 0,9 (1) Se excluyen los hogares y la población censados en la calle. Fuente: Elaboración propia en base a INDEC. Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001.

Según el índice CALMAT, solo el 2% de los hogares de Mataderos habitan en viviendas que responden a las situaciones de mayor precariedad en cuanto a la calidad de sus materiales (correspondientes a los niveles III y IV del índice CALMAT). Este último rasgo diferencia a Mataderos del resto de sus vecinos del sur -que poseen altas proporciones de viviendas precarias o 60 60 deficientes26-, hecho que descansa en no contar con ninguna villa dentro de los límites de su territorio.

Cuadro 8. Mataderos. Hogares por calidad de los materiales de la vivienda (CALMAT). Año 2001. Calidad de los materiales de la vivienda Absolutos % Total de hogares (1) 20.563 100 CALMAT I 18.658 90,7 CALMAT II 1.474 7,2 CALMAT III 398 1,9 CALMAT IV 33 0,2 (1) Se excluyen los hogares y la población censados en la calle. Fuente: Elaboración propia en base a INDEC. Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001.

También se distingue de los barrios del sur y de toda la ciudad, por su bajo nivel de población en hogares con necesidades básicas insatisfechas (N.B.I.). Para 1991, y según datos del Censo de Población, Mataderos contaba con 3,6% de hogares con NBI frente al 6,5% de hogares en la misma situación a nivel Ciudad de Buenos Aires y a los niveles presentes en otros barrios de zona sur: 9,1% en Parque Patricios; 14,5% en Villa Lugano y 14,8% en Villa Soldati. Esta tendencia se mantiene en los datos provenientes del Censo 2001, donde el promedio de hogares con NBI en Ciudad de Buenos Aires es de 7,8% mientras que el porcentaje en Mataderos representa casi la mitad (4,2%), hecho que da cuenta de una baja tasa de pobreza estructural.

Cuadro 9. Mataderos, Parque Patricios, Villa Lugano y Villa Soldati. Hogares: total y con Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI). Año 2001. Barrio Hogares Total Con NBI % Mataderos 20.564 855 4,2 Parque Patricios 12.745 1.198 9,4 Villa Lugano 31.580 3.864 12,2 Villa Soldati 10.532 2.105 20 Fuente: Elaboración propia en base a INDEC. Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001.

En cuanto al nivel de desocupación, si bien Mataderos tenía en 2001 un porcentaje mucho más alto que el del promedio de la ciudad (en Mataderos era de 25,5% mientras que el promedio de la capital era de 18,9%), en el contexto de la zona sur este porcentaje es muy menor o similar al de otros barrios (Nueva Pompeya 28%, Parque Avellaneda 26%, Villa Lugano 30%, Villa Riachuelo 27%, Villa Soldati 35%, Barracas 23%, La Boca 24%). En cuanto a 26 Nos referimos a casillas, ranchos y casas con piso de tierra o ladrillo suelto, que no tienen provisión de agua por cañería o no tienen inodoro con descarga de agua. 61 61 otros índices de calidad de vida, Mataderos tiene un nivel un poco más alto de analfabetismo en relación al resto de la capital, pero un bajo nivel de analfabetismo si se lo compara con el resto de los barrios de la zona sur.

El mismo patrón de relaciones se repite con respecto a la cobertura de salud.

Cuadro 10. Mataderos. Población de 14 años o más por condición de actividad económica. Año 2001. Condición de actividad económica Absolutos % Total 52.059 100 Población económicamente activa 29.394 56,5 Ocupada 21.908 74,5 Solo trabaja 18.613 84,9 Trabaja y estudia 2.243 10,2 Trabaja y percibe jubilación o pensión 1.052 4,8 Desocupada 7.486 25,5 Sólo busca trabajo 5.529 73,8 Busca trabajo y estudia 1.332 17,8 Busca trabajo y percibe jubilación o pensión 625 8,3 Población no económicamente activa 22.665 43,5 Fuente: Elaboración propia en base a INDEC. Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2001.

En síntesis, Mataderos cuenta con índices económicos y de calidad de vida positivos en relación a los barrios más degradados del sur (Villa Lugano, Villa Riachuelo, Villa Soldati, Pompeya, Parque Patricios, Constitución) e índices similares a los barrios más favorecidos del sur (Barracas, Parque Patricios, San Telmo). 3.7

Los problemas ambientales

Según Favier-Dubois (1979), la vigilancia del estado sanitario del barrio fue una de las primeras preocupaciones de la Subintendencia de Vélez Sarsfield que tenía jurisdicción en la zona. Así, y por medio de la ley 4198, se ordenó filtrar las aguas servidas que iban a verterse en los ríos y arroyos tributarios del Riachuelo.

Sin embargo, los primeros inconvenientes ambientales que debió enfrentar el barrio estuvieron relacionados, justamente, con la contaminación del arroyo Cildañez, y los desbordes que comenzó a tener. Ya a partir de la instalación de los mataderos, se comenzaron a echar al arroyo residuos peligrosos: sustancias orgánicas, desperdicios de los animales del matadero y de los establecimientos colaterales que producían gases 62 62 tóxicos. El arroyo se convirtió rápidamente en una fuente de enfermedades e infecciones, al punto de ser denominado por mucho tiempo “el arroyo de la sangre”.

En 1903 Mataderos sufre su primera inundación que implicó la muerte de muchísimos animales. Ya en 1919 se aprueba un proyecto de Obras Sanitarias de la Nación para desagües pluviales, pero recién tiene sanción legal en 1933. Por esta demora, en 1925 se autoriza un plan parcial (Boragno, 2004). Las obras no se terminaron y en 1936 se licitan las obras restantes que comenzaron al año siguiente. Estas incluían el entubamiento parcial del arroyo desde la calle Francisco Bilbao y la Av. Gral. Paz hasta Remedios y Basualdo. Se realizó también un cambio de curso del arroyo, por la calle Remedios, para que coincidiera con el desagüe del Frigorífico Lisandro de la Torre (Boragno, 2004).

El arroyo Cildañez, sin embargo, no fue entubado por completo sino que, en el tramo entre Av. del Trabajo y C. Álvarez, se le hizo una “canalización abierta”, que traería luego numerosos problemas al barrio de Mataderos y de Parque Avellaneda. Al mismo tiempo, se realiza el Canal Aliviador del Arroyo Maldonado.

El arroyo Maldonado, por su parte, también provocaba inundaciones y desbordes en la zona noroeste del barrio. La obra del Canal Aliviador desviaba las aguas del Maldonado hacia el arroyo Cildañez. La obra finaliza en 1939 y permitió descongestionar el recorrido del Arroyo Maldonado aunque generó inconvenientes en las zonas de influencia del Arroyo Cildañez (Boragno, 2004).

A comienzos de los años cuarenta se van realizando mejoras en la canalización del Cildañez: alcantarillados provisorios, sumideros provisorios, cañerías de conexión, etc. Sin embargo, la intención de los vecinos de los barrios afectados y de Obras Sanitarias de la Nación era realizar una canalización cerrada en el tramo que había quedado abierto. En los primeros años de la década del cuarenta se siguen una serie de proyectos y licitaciones, sin que se concrete ninguno.

Finalmente, recién en 1962, por iniciativa de la Municipalidad se comienza a ejecutar el proyecto, que se inaugura en 1965. En 1970 se logra la pavimentación de ese tramo, que hoy se denomina “Av. Juan Bautista de La Salle”. 63 63

Otro problema ambiental del barrio, vinculado al anterior, es la contaminación producida por las industrias de la carne. Cutolo (1996) afirma que “en 1915 la higiene de la matanza de animales comienza a preocupar a las autoridades” (Cutolo, 1996: 522). La higiene del barrio mejoró enormemente una vez inaugurado y puesto en funcionamiento el Frigorífico Lisandro de la Torre (1931), que implico mejoras higiénicas en las técnicas de matanza y el fin de la subutilización informal de los desperdicios animales. Desde la desaparición del Frigorífico, en 1978, ya no se realiza matanza de animales en el barrio.

Los problemas ambientales continuaron en el barrio y continúan hasta hoy, particularmente vinculados a la generación de residuos líquidos y barros de la industria de la carne y del chacinado y la generación de lodos y biosólidos por la industria frigorífica. También la constante circulación de camiones implica un deterioro importante del barrio.

Es por estos motivos que ya desde la década del sesenta se planifica el traslado del Mercado de Hacienda fuera de la Capital Federal, sin que se haya concretado aún. 3.8 Trazas de los destinos posibles del barrio. Símbolos, ideas y proyectos

Retomando lo dicho con anterioridad, a partir de la dictadura se producen importantes y significativos cambios en el barrio. Así, en consonancia con la reconversión de la industria de la carne, podemos nombrar algunas transformaciones de enorme simbolismo.

En primer lugar, la desaparición del mítico Frigorífico Lisandro de la Torre, desarmado y vendido durante la dictadura militar. Una parte del lote es destinado al actual Parque Alberdi, que cuenta en su interior con un jardín de infantes y un polideportivo (el parque fue inaugurado en 1981). Otra parte del lote se remata. Hoy en su lugar existe la empresa de medicamentos Roemmers, rodeada por un amplio parque cercado. La imagen del Frigorífico Modelo reemplazado por la empresa Roemmers y el Parque Alberdi posee un enorme simbolismo identitario en lo que respecta a las transformaciones urbanas iniciadas en la década del 64 64 setenta, particularmente respecto al destino productivo del barrio, el tipo de industria que se favorece en la Ciudad de Buenos Aires y la clase de equipamientos urbanos que se priorizan.

Otro hito de gran importancia es la creación, en 1986, de la Feria de Mataderos. Esta feria si bien da cuenta del reforzamiento de la histórica identidad barrial, también habla de una reconversión en los usos de esta identidad barrial y de los espacios urbanos.

El éxito de la feria, que convoca a vecinos de otros barrios, de las provincias y a turistas, parece marcar una incipiente orientación hacia los servicios y hacia el turismo que podría eventualmente desarrollarse en el mismo sentido en que se desarrolló en otros barrios de la zona sur que mencionamos con anterioridad.

En cuanto al horizonte de posibilidad, resulta sumamente interesante analizar algunas de las proyecciones que penden sobre el barrio, ideas más o menos recientes que dan cuenta de cómo el barrio es pensado y proyectado desde la administración pública.

El hilo conductor de estas ideas es, generalmente, el traslado del Mercado de Hacienda. Así, en el concurso “20 ideas para Buenos Aires” convocado en 1986 por la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, uno de los ámbitos de intervención propuestos es el barrio de Mataderos, más específicamente el “espacio vacío” que quedaría tras el “próximo e inexorable levantamiento de dicho mercado” (Convocatoria “20 ideas para Buenos Aires”, 1986). Una de las propuesta ganadoras proponía la instalación de un centro cultural y de actividades en el centro del predio, con cines, museos, comercios y un hipermercado. El viejo edificio del Mercado sería reciclado con comercios, restaurantes y entretenimientos. Otro sector sería destinado a un vasto centro deportivo y cultural. Otra propuesta premiada proponía la construcción de un parque a escala metropolitana o un predio ferial ganadero. La tercera propuesta impulsaba un parque urbano activo y una comunidad científico experimental.

El Plan Urbano Ambiental, cuyo Documento Final fue publicado en el 2001, también propone lineamientos para el destino del Mercado Nacional de Hacienda. Se propone que el predio vacante del Mercado se destine a un espacio para educación, colectividades, servicios, instituciones, plaza pública, sector histórico y parque pampero (donde se amplíe la Feria). La intención es realizar una intervención que proteja y realce la integridad de las estructuras patrimoniales y refuerce la identidad barrial al tiempo que active el mercado inmobiliario barrial y las inversiones privadas.

Por último, la Corporación Sur realizó en el 2001 un concurso de Ideas Urbanísticas para el área Mataderos – Villa Lugano. Se propuso para el predio del Mercado la realización de una Plaza de Artesanos, un Parque de las Provincias, un Parque Ferial del MERCOSUR y emprendimientos inmobiliarios a desarrollar con inversión privada: hoteles, oficinas y comercios. El financiamiento surgiría parcialmente de la venta de terrenos públicos.

En las tres propuestas se da por sentado el inminente traslado del Mercado y se proyecta para esos espacios diversos equipamientos de usos públicos, particularmente parques y plazas. Todas las propuestas también buscan enfatizar los símbolos de la identidad tradicional del barrio ligados a la industria de la carne. Símbolos ya separados de su referente original, ya que suponen necesariamente el alejamiento del perfil socio productivo del barrio. Así, las distintas propuestas incluyen la conservación patrimonial del edificio del Mercado, la creación de un “Parque Pampero”, un “Parque de las Provincias” o un “Parque ferial del MERCOSUR”, la conformación de un predio ferial ganadero, etc.

Todos estos elementos se vinculan simbólicamente con la industria y comercio de la carne, al tiempo que excluyen definitivamente a esta industria del territorio barrial. En efecto, sorprende mucho el certificado de defunción que se le otorga a la industria de la carne en el barrio en los diagnósticos de estos proyectos. Esta se asume como inexistente o recesiva. A su vez, se ignora la enorme estructura de predios conexos a la carne y se los piensa como abandonados.

Sin embargo, hace más de cuarenta años que el traslado ha sido planteado desde la administración pública y aún no hay avances en esa dirección. Esto da cuenta de los tiempos lentos de la ciudad; nos permite pensar la inercia y la Entidad dependiente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires encargada de promover el desarrollo de la zona sur resistencia de ciertas estructuras y dinámicas urbanas territorializadas que plantean la problemática de la continuidad más que la del cambio.

La inercia de la estructura fabril y de la dinámica de la industria de la carne se convierte en resistencia explícita a la hora de materializar el traslado del Mercado, tanto en la complejidad de la estructura física y social que supone la industria de la carne arraigada en el barrio, como en la emergencia de resistencias manifiestas por parte de ciertos actores centrales vinculados al Mercado de Hacienda.

Conclusiones

El recorte barrial nos permite reflexionar, en forma acotada, acerca de los modos en que se fue conformando la ciudad de Buenos Aires. Nos permite, a su vez, matizar y complejizar las narraciones que abarcan la totalidad de la ciudad, resaltando la diversidad de temporalidades, impulsos, actores y tramas que fueron conformándola en formas complejas y heterogéneas.

En este sentido, resulta interesante retomar las reflexiones de Liernur (1993) quien advierte que contamos sobre todo con dos representaciones de la ciudad de Buenos Aires de fines del siglo XIX y principios del XX: la Gran Aldea y la Buenos Aires del centenario. Si bien Liernur realiza esta reflexión con otros fines (que retomaremos con posterioridad), resulta importante destacar que ambas representaciones se concentran en el centro de la ciudad. Podríamos pensar en otras imágenes contemporáneas: los conventillos, el puerto, el Hotel de Inmigrantes, etc. Todas ellas conducen la mirada al núcleo inicial de la ciudad, en sus más diversos aspectos.

Desviar la mirada hacia la conformación de los barrios más periféricos implica la emergencia de otras dinámicas, otros tiempos y otro entramado de actores menos reflejados en las narraciones acerca de la ciudad de Buenos Aires.

Así, en el caso del barrio de Mataderos, la impronta del estado nacional y del estado municipal es central desde el inicio, en tanto el barrio nace y se desarrolla alrededor del matadero municipal que se instaló en esos terrenos partir de esta instalación comienzan a desarrollarse los loteos privados y se instala el tranvía.

Entre quienes se oponen al traslado del Mercado encontramos tanto a los trabajadores del Mercado como a los consignatarios que integran la Sociedad Anónima que en este momento domina la concesión del Mercado: Mercado de Hacienda S.A. Es decir que los primeros capitales privados llegan de la mano de la instalación del matadero municipal y del eje económico y social que este supondría. También la instalación de la población del barrio obedeció a esta lógica.

En cuanto a los servicios públicos, el entrelazamiento con la instalación del matadero es aún mayor. La electricidad, el agua, el adoquinado y la salud nacieron en el matadero y a partir de allí se extendieron al resto del barrio. La ubicación de las primeras escuelas, almacenes y bares respetó la centralidad que imponía el matadero municipal.

En este sentido, siguiendo a Pando, Gorelik et al (2004), Mataderos constituye un buen ejemplo del modo en que el estado se conformó como una guía temprana y central en la formación de la ciudad, alejándonos, para este caso en particular, de aquellas miradas que enfatizaban el rol del mercado en la conformación suburbana de la ciudad, sea a través de la electrificación del tranvía o a través de los loteos de tierra.

A su vez, el caso de Mataderos permite reflexionar acerca del modo en que las zonas periféricas de la ciudad también se construyeron como fruto de la preocupación de la administración pública y no independientemente de ésta.

Así, si las grandes preocupaciones de Alvear para la ciudad eran: “Recualificación del centro, regularización del límite de la ciudad y formación de una cintura higiénica que rodease la ciudad con grandes reservas de verde cultivado donde instalar los servicios “insalubres” (Pando, Gorelik et al, 2004: 197), la conformación del barrio responde con claridad a estos designios.

Esto no implica que no hubiera espacio para la iniciativa privada en el barrio, tanto en forma de inversiones con búsqueda de beneficios como por iniciativa comunitaria de los vecinos y sociedades de fomento barriales. Así, el loteo de terrenos, la autoconstrucción, la donación del hospital barrial por parte de una sociedad de fomento, el adoquinado por parte de los vecinos de la cuadra, la lucha por el entubamiento del Cildañez, son ejemplos de cómo el barrio se construyó por los impulsos más diversos.

Posteriormente, la impronta del estado en el barrio continuó con fuerza y se volvió visible sobre todo en la construcción de vivienda social. Sin embargo, en el caso de Mataderos, la vivienda social vino a completar un proceso de conformación barrial que ya estaba avanzado. Esto se advierte, por un lado, en la ubicación de la vivienda social al interior del barrio, ubicada en las periferias del barrio, bordeando el centro tempranamente consolidado. La única excepción es el complejo Justo Suárez, ubicado en un lugar central del barrio, pero construido con el objetivo reemplazar a la villa por el complejo habitacional. Se advierte también en el rechazo que implicó inicialmente la construcción de estas viviendas sociales (sobre todo el barrio Los Perales) para un barrio que ya se consideraba consolidado, con una identidad social y económica definida.

La vivienda social constituye aquí, como en el resto de la ciudad, un parque habitacional heterogéneo (Dunowitz, 2000). Esto no modifica sin embargo el perfil general del barrio que fue y sigue siendo mayormente de casas bajas.

Las políticas económicas nacionales también adquieren fuerte visibilidad en el barrio, sobre todo aquellas que involucran al sector de la carne. Así, el comienzo de políticas de fuerte intervención en el mercado de la carne se tradujo a nivel barrial en la creación del Frigorífico Lisandro de la Torre. La privatización del frigorífico fue fuertemente resistida en el barrio y esta resistencia constituye uno de los hitos más fuertes de su historia.

Las políticas económicas de la dictadura, sobre todo aquellas vinculadas al desincentivo de la industria, en general, y expulsión de las industrias de la capital, en particular, también se sintieron con fuerza en el barrio. La demolición del Frigorífico Lisandro de la Torre constituyó un fuerte golpe para la trama barrial, si bien este ya no funcionaba como antes.

Otros impactos de la dictadura en el barrio pueden pensarse no como ruptura, sino en sintonía con el ciclo “progresista”, con la tradición planificadora – racionalizadora iniciada mucho antes (Pando, Gorelik, et al, 2004). Así, la demolición del viejo hospital Salaberry por “obsoleto” y la creación de un parque de escala metropolitana, son otras de las transformaciones producidas durante la última dictadura militar.

El recorte barrial implica, a su vez, dificultades a la hora de “historizar” el barrio. Retomando los comentarios de Liernur (1993) acerca de las representaciones en torno a la ciudad, ambas “tienen en común imágenes de un ambiente sólido y de cierta coherencia” (Liernur, 1993: 178). Liernur marca esto para destacar la “ciudad efímera”, es decir, la ciudad no consolidada y en proceso de formación, que no coincide con ninguna de las representaciones más popularizadas de la ciudad en el tránsito de un siglo a otro. Las imágenes de Mataderos también se presentan como postales de un ámbito consolidado, lo cual dificulta la recreación del proceso efímero por el que se fue conformando el barrio.

Otra de las tensiones implícitas a la hora de “historizar” el barrio o la ciudad en general, es el peligro de caer en una mirada romántica o decadentista respecto a la historia barrial. Sin embargo, el barrio constituye un ámbito cargado de identidad, recuerdos y símbolos para sus habitantes y para el resto de los vecinos de la ciudad. La dificultad de articular estos elementos en una narración histórica da cuenta de la tensión intrínseca al barrio como espacio físico y, a la vez, lugar antropológico.

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