María Esther Repila es una vecina de Mataderos, que a sus jóvenes 82 años asiste diariamente al Centro Cultural Macedonio Fernández, a los talleres de Fileteado, Pintura experimental, Dibujo y pintura, y Escritura creativa. Cuando enviudó, hace más de 10 años, decidió entregarse a las actividades creativas para superar su dolor. Lo que comenzó como una distracción, terminó siendo para ella una usina de amigos y actividades que hoy lleva adelante con destreza, alegría y gran sentido del compañerismo. En el taller de Escritura creativa produjo una magnífica semblanza de nuestro barrio, que tenemos el inmenso placer de entregarles.
Mi querido Mataderos
Es la vieja Recova, es el recuerdo que aflora desde adentro.
Es el farol de la esquina, que en tinieblas ven mis ojos nublados por los años.
Es el mismo patio de baldosas blancas y negras que se unen como hermanas.
Es la esquina donde jugué a la rayuela, sobre la calle Remedios y el pasaje La Quena.
Es María, la buena vecina, que se preocupaba para que tuvieran pan los olvidados.
Es el Mercado de Hacienda, donde “las penas son de nosotros y las vaquitas son ajenas”.
Es el viejo Hospital Salaberry, donde nací, y donde nacieron mis hermanos.
Es el mismo Resero que al llegar la noche sale a cabalgar por el viejo Mataderos.
Es el humilde barrio que nunca duerme, porque hasta los duendes se divierten.
Es la pulpería de los hermanos Oviedo, donde los gauchos, con una copita, soñaban tocar el cielo.
Es el Café 9 de Julio, lugar de encuentro para las familias.
Es el viejo Cedrón, que aún recuerdo con los pisos de madera.
Es el gran Torito Justo Juárez, orgullo de Mataderos.
Es Nueva Chicago, la galería Alberdi de la misma avenida.
Es el viaje sin retorno y sin boleto, porque el cielo divino de Dios es gratuito para sus hijos.
Es el barrio querido de Buenos Aires, donde a cualquier hora los niños juegan a la ronda en sus viejas veredas.
Es la calle barranca abajo, donde todos llegamos sin quererlo.
Es esta abuela que recorría tus calles, tomada de las manos de mi madre cuando era niña, y que hoy, con los cabellos blancos, cuenta estas vivencias.