Mujeres de nuestro barrio: Claudia Messina, jefa de la Estación de Bomberos

Claudia Messina, arquitecta y abogada, es la jefa de la Estación de Bomberos VIII “Nueva Chicago” y del Destacamento “Vélez Sarsfield”. Junto a su colega de Villa Lugano son las primeras mujeres en alcanzar esa jerarquía dentro de la fuerza. Tenía 27 años cuando entró a la escuela de bomberos, y tras 23 años de servicios llegó a ocupar el puesto que hoy ejerce. Tiene 102 personas a cargo que todos los días ponen su vida en riesgo para ayudar al otro. Compartimos esta nota del Gobierno de la Ciudad en la que se le brinda un merecido reconocimiento a su trabajo y trayectoria.

Claudia Messina es arquitecta y abogada, está casada hace 22 años, tiene dos hijos y ocupa uno de los cargos más importantes a nivel de jerarquía entre los servidores públicos en la Ciudad de Buenos Aires: es la jefa de la Estación de Bomberos VIII “Nueva Chicago” y del Destacamento “Vélez Sarsfield”.

Con 50 años cumplidos y tras 23 años en el cuerpo de bomberos, actualmente desempeña un cargo clave en un área en la que siempre quiso estar gracias a su vocación de ayudar a otros. De hecho, lo que hoy es una realidad, cuando tenía 12 años era el simple anhelo de una nena que veía pasar por la puerta de su casa de Saavedra el camión rojo con la sirena.

Este camino inició luego de recibirse de arquitecta en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Con un título en su haber, hizo lugar a sus deseos de la infancia y averiguó que necesitaba para formar parte del cuerpo de bomberos, un espacio en el que a fines de los 90 no llegaban muchas mujeres. Hoy, más de dos décadas después, tiene a su cargo un grupo de 102 personas que todos los días ponen su vida para ayudar al otro.

No tengo antecedentes familiares de bomberos en la familia. Vengo de una casa de clase media trabajadora, conformada por mis padres y tres hermanos. Cuando terminé la escuela secundaria tenía como meta ser arquitecta, por eso empecé a cursar las materias en UBA 21. Seguí la carrera durante 7 años y cuando terminé, me puse otro desafío: ser bombera”, contó.

Ese sueño, que hoy es una realidad, comenzó cuando tenía 12 años y veía pasar desde la ventana de su casa del barrio de Saavedra los camiones rojos con las mangueras y sus sirenas. “Cuando averigüé en la escuela de cadetes de bomberos me comentaron que estaban buscando arquitectos para hacer un curso acelerado de un año y egresar con el título de oficial bombero. No lo dudé ni un momento, y así arranqué”, expresó.

Y así pasaron los años, en el medio se recibió de abogada, tuvo dos hijos con su esposo, también bombero, y superó todos los obstáculos que se le presentaron, tanto a nivel familiar como es la crianza de dos hijos, como en lo profesional, siempre con la vocación de ayudar a otros, como un estilo de vida. “Siempre me gustó ayudar y colaborar con quien lo necesitaba. Ser bombera es la solidaridad puesta al servicio de un trabajo colectivo, es una vocación y una pasión”, agregó.

Cuando ingresó, junto con una compañera, fue una de las primeras mujeres en entrar en calidad de oficiales, hecho que trajo distintas dificultades que debió superar con energía y compromiso.

Muchos me decían que las mujeres no llegaban lejos y tuve que hacerme un lugar. Con el correr de los años, las políticas de Estado generaron la inclusión de la mujer y eso ayudó. Siempre tuve claro que hasta principal debía llegar, pero nunca pensé que podía ser jefa. Cuando lo logré, fue increíble. Cuando todo empezó esa luz de esperanza estaba muy lejos, pero se pudo”, enfatizó.

Actualmente se levanta a las 6 de la mañana, desayuna rápido y se va a la estación, donde tiene a cargo 102 personas distribuidas en Mataderos y el destacamento Vélez Sarsfield. En la Estación VIII, además, tiene a su cargo a Miriam Cordone, la primera chofer en manejar la primera dotación, un vehículo que traslada agua y también a ocho personas.

Estoy donde siempre quise estar, tal vez me hubiera gustado lograrlo antes pero no fue fácil y más para las mujeres. Es duro porque pasamos por distintas etapas biológicas como embarazos, lactancias, o el llegar a tu casa y afrontar los problemas cotidianos, de tener hijos adolescentes, de mantener en equilibrio el adentro y el afuera. Una es bombera todos los días, pero también madre y esposa”, explicó Messina.

Además de los desafíos que el cargo conlleva, se sumó otro igual de complejo en un año marcado por la pandemia de COVID-19: el virus y la cuarentena, ya que los bomberos fueron designados como personal esencial desde el primer momento. Había, entonces, que controlar los incendios de “afuera”, con todos los problemas que podían suscitarse en las calles, pero también los de “adentro”, en casa.

A nivel laboral la pandemia fue un desafío, teniendo compañeros con COVID-19 y las dificultades que eso contrajo en materia organizativa cada vez que alguien se enfermaba. En paralelo, mis hijos adolescentes en casa, afrontando sus estudios y todo lo que derivó del encierro a nivel anímico”, puntualizó, al tiempo que destacó: “sin embargo se pudo salir adelante en todos los frentes”.

Messina subrayó, asimismo, que tras más de 20 años encuentra como fuerza para seguir adelante “el poder cumplir sus sueños, de marcar la diferencia para que el Cuerpo siga avanzando y colaborar en cambiar la mentalidad y los paradigmas en torno a los roles que las mujeres ocupan y deben ocupar”. “Y por supuesto mi familia, mis seres queridos, mis pilares principales”, agregó.

Finalmente, instó a sus pares mujeres a que “no bajen los brazos nunca” y que “siempre peleen y persigan sus sueños”. “La vida no es fácil pero las cosas cambiaron a lo largo de los años. Cuando yo ingresé me decían que las mujeres no llegaban y la luz de esperanza estaba lejos pero hoy, el camino está más iluminado”, concluyó.

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