Sobre la Tradición y su festejo  

Escribe Prof. Orlando W. Falco. Director Museo Criollo de los Corrales. Presidente Junta de Estudios Históricos de Mataderos

El 6 de noviembre próximo pasado un grupo numeroso de paisanos, muy bien ataviados y mejor montados desfiló sobre la avenida Directorio anticipando el festejo del “Día de la Tradición”.

Celebrar antes de tiempo es mala cábala, la sabiduría popular así lo expresa. Y hasta el Papa se refirió a ello, cuando un grupo de mexicanos los saludó prematuramente por el octogésimo aniversario de su nacimiento “… en mi tierra felicitar antes del cumpleaños trae mala suerte…”. Bueno, espero que este no sea el caso pero el “Día de la Tradición” se celebra el 10 de noviembre por el natalicio de José Hernández, poeta criollo por antonomasia que, si viviera, hubiera cumplido 188 años.

No se sabe bien quien organizó el evento al que convocaron, al parecer, centros tradicionalistas bonaerenses mencionando al Gobierno de la ciudad utilizando el whatsapp y otros medios virtuales ¡ay, si lo supiera Martín Fierro!

Durante la semana previa corrió un rumor, que pareció mero vocerío y que concitó incredulidad casi general, dado el conocimiento arcano de unos pocos. Eso provocó, habida cuenta de la inexistente o al menos de la ineficaz comunicación, la indiferencia universal.

Publicidad, ninguna; invitación a instituciones, no hubo y participación de los símbolos paisanos propios del barrio, que siempre fueron parte de eventos como el de marras ¡brilló pero por su ausencia! Ni la gente de la Feria de las Artesanías Populares, más conocida como “Feria de Mataderos” estuvo al tanto del festejo y eso que fue domingo, día en que la zona lleva su marca. ¡…A mí se me hace cuento…! Diría Borges.

Tampoco fueron de la partida los emblemáticos reseros del ex Mercado de Hacienda, al parecer no estuvieron al tanto del festejo. ¡Pero si hasta ayer nomás su vocerío en los diarios arreos y las campanadas llamando a remate quebraban el silencio de las mañanas del barrio! Ellos, que fueron infaltables hacedores de fiestas, ciertamente no participaron de esta. No se puede entender que quienes consuetudinariamente organizaron y fueron parte de los festejos similares durante más de un siglo, no fueran convidados, ni siquiera de piedra.

Pero en fin, el desfile fue magnífico, lo que no hace cesar el regusto amargo porque resultó como si la fiesta de otro la celebraran en nuestra casa, moradores de otras, sin invitar ni participar al que vive en ella.

Al cabo y a la postre no represento a nadie más que a las instituciones que encabezo pero no debo silenciar, aunque más no sea compendiando en este propósito, la multiplicidad de comentarios recibidos. La sensación de marginación incomprensible se siente y se siente mucho en el barrio que nació criollo y en su gente, mucha de la cual coadyuva a difundir la tradición, todos y cada uno de los días que contiene un año, no de vez en cuando.

Espero y anhelo que, en otra ocasión, la luz ilumine la mente de los que mandan, ordene sus pensamientos y dirija sus acciones para que la tradición, palabra que deriva del latín “traditio – onis”, que significa literalmente transmisión, enseñanza y exposición de doctrina sea un mensaje que llegue a todos para que, una fiesta que es muy nuestra, que es muy argentina, bonaerense, porteña y mataderense no pase ni se festeje nunca más en la ciudad de Buenos Aires con tanta pena y ninguna gloria.

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